Con casi setecientos millones de dólares de recaudación en su distribución internacional, Mission: Impossible - Ghost Protocol se convertía en la película más taquillera de Tom Cruise hasta la fecha. Siendo así, casi podemos decir que Paramount Pictures y Skydance Productions han tardando en anunciar que habrá una nueva aventura para el agente Ethan Hunt. A partir de un guión de Drew Pearce —amado y odiado a partes iguales por su labor de guionista en Iron Man 3—, Christopher McQuarrie ha sido el director escogido para la quinta entrega de Mission: Impossible.

De esta manera se confirman varias cuestiones en torno a la adaptación cinematográfica de la serie creada por Bruce Geller en los años sesenta. En primera instancia, se consolida la buena relación que actor y director mantuvieron durante el rodaje de Jack Reacher. En segundo lugar, se desmoronan los rumores sobre la posibilidad de que Jeremy Renner tomara el relevo del protagonista de Oblivion en la franquicia. Y por último se confirma el propósito inicial de Tom Cruise, también productor de toda la franquicia, que pretendía contar con diferentes cineastas que aportaran su propio punto de vista a cada una de las aventuras de su personaje.

Estoy encantado de volver a reunirme con Chris para la nueva entrega de la saga de Mission: Impossible. (…) Empecé a producir las películas con el objetivo de que un director diferente y con su propia visión hiciera cada una de ellas. Chris es un cineasta extraordinario que va a plasmar la acción trepidante y la emoción que el público de todo el mundo espera de la saga de Mission: Impossible.

GETTY(Europa Press)

Y realmente vamos a tener que darle la razón. Porque por muchos directores que hayan pasado por otra franquicia inspirada igualmente en la Guerra Fría y con la misma integración de aventuras exóticas y ciencia-ficción, como la de James Bond, es el estilo que han impuesto todos y cada uno de los actores que han interpretado al agente 007 lo que siempre recordamos, pero no a sus directores. Todo lo contrario que sucede con Mission: Impossible, donde siendo siempre el protagonista Tom Cruise —por imposiciones obvias y contradiciendo el espíritu de la serie en la que se basa, que carecía de un elenco fijo—, los que han marcado la diferencia de cada entrega han sido los directores que han pasado por cada una de las películas. Quizás sea demasiado denominarla una serie de acción de autor, pero es cierto que estamos ante cineastas muy personales, que han sabido aportar sus particularidades estéticas a cada una de las películas que han dirigido de la serie. Por lo que no estaría de más echar la vista atrás y hacer una retrospectiva de Mission: Impossible, teniendo así una mayor perspectiva con respecto a lo que podemos esperar de Christopher McQuarrie.

La renovación impresionista de Brian de Palma

En los años setenta surgía una generación de cineastas estadounidenses que conseguían hacer un cine fresco y espontáneo aunando dos conceptos opuestos. Por un lado seguían la tendencia establecida por las nuevas olas de los años sesenta, buscando un tipo de cine más cercano a la realidad, pero sin despreciar los códigos establecidos a través de la política de géneros del cine clásico, que sí denostaban los cineastas independientes. George Lucas, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Paul Mazursky y Steven Spielberg fueron, junto a Brian de Palma, los máximos exponentes de los denominados 'cineastas del nuevo Hollywood', siendo esa reinterpretación de los géneros clásicos una de sus principales características.

Brian De Palma en le rodaje de Redacted - Retrospectiva de Mission: Impossible
(Taringa)

Podemos entender filmes como Sisters, Obsession, Dressed to Kill o Body Double como lecturas contemporáneas de las propuestas de Alfred Hitchcock, de la misma manera que Blow Out lo era de Blow-up, Phantom of the Paradise lo era del cine clásico de terror y The Fury de un cine paranormal de serie B. Quizás era menos afortunado en su actualización bélica con Casualties of War, pero conseguía grandiosos resultados cuando se acercaba al cine negro con títulos como Scarface o Carlito's Way o adaptando series de televisión a la gran pantalla, como ya había hecho con The Untochaubles. En este sentido, podemos entender su aproximación a Mission: Impossible como un cruce entre el concepto de las películas de James Bond con las intrigas de espionaje a las que incorpora ese concepto tan hitchcockiano del falso culpable.

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Si a esto añadimos la influencia impresionista que se desprende a todas y cada una de sus películas, tendremos como resultado una película rabiosamente postmoderna en la que resultan más impactantes las soluciones audiovisuales a través de las que se nos presenta el relato, que la acción en sí misma. Por eso un servidor disfrutó tanto con secuencias como la de Vienna, cuando Hunt pierde a casi todo su equipo, la entrada en la cámara de Langley o la del Eurostar, donde no importaba realmente lo que sucedía, sino el lugar en el que De Palma colocaba su cámara y los movimientos que utilizaba para hacer sentir al espectador el mismo vértigo y angustia que experimentaba su protagonista.

La violencia poética de John Woo

Que un servidor no sea admirador de la obra del cineasta de origen chino, John Woo, no impide que pueda identificar las señas de identidad que supo aportar a la serie. Director de títulos como Dip hurte seung hung (The Killer, 1989) —que sirviera de inspiración a Quentin Tarantino para Reservoir Dogs, cuando Woo se había inspirado previamente en Le samouraï, dirigida por Jean-Pierre Melville—, Die xue jie tou (Bullet in the Head, 1990) o Lat sau san taam (Hard Boiled, 1992), tras iniciarse en le cine occidental de la mano de Jean-Claude Van Damme con Hard Target —versión libre de una película de los años treinta, The Most Dangerous Game— y de John Travolta en títulos como Broken Arrow y Fave/Off, abordaba la dirección de Mission: Impossible 2.

Retrospectiva de Mission Impossible John Woo
Magnet Releasing(Superior Pics)

Además de incorporar esas secuencias repletas de tiroteos desenfrenados, coreografías en clave violenta y sus indispensables palomas que alzan el vuelo a cámara lenta, también se le ocurrió llenar la película de una estética hortera que provocaba pareciera ya antigua el mismo año de su estreno. Si a esto añadimos la confusión entre licencia poética o importarle un pepino las tradiciones ajenas, mezclando la Semana Santa de Sevilla con las fallas de Valencia —que sería tanto como decir que el 4 de julio es típico de Puerto Rico, el "Groundhog Day" se celebra en Michigan, que la ciudad del country es Seatle y Nashville la del grunge o que Sundance se celebra en Nueva York—, llegaremos a entender por qué la segunda aventura cinematográfica de Ethan Hunt es la más floja, tanto en un sentido estético como en lo que se refiere a su relato.

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La mirada geek de J.J. Abrams

Después de triunfar en el medio televisivo con series como Felicity y Lost, que no sólo había creado y producido, sino que también había dirigido algunos de sus episodios, J.J. Abrams debutaba en la dirección cinematográfica con Mission: Impossible III. Un encargo que obtenía gracias a lo que Tom Cruise había disfrutado con los primeros episodios de Alias. De esta manera templaba sus posibilidades con una franquicia lo suficientemente flexible como para llevársela a su terreno sin defraudar a nadie, para abordar después Star Trek con toda libertad y soltura. Involucrarse en le desarrollo del guión de la película le daría mayor seguridad, así como incorporar el sentido del humor de la mano del impagable Simon Pegg.

Retrospectiva de Mission: Impossible J.J. Abrams
(Loving Series)

Abrams también cambiaba pistolas por computadoras y coreografías por conspiraciones, regalándonos uno de los villanos más implacables de la serie, interpretado por Philip Seymour Hoffman, e incorporando una trama sentimental, en la más pura línea de On Her Majesty's Secret Service. Es posible que el argumento acabara siendo excesivamente esclavo de la acción, sobre todo en el último tercio de la película, pero no cabe duda de que consiguió revitalizar la serie. Asimismo Abrams establece su estilo visual personal, centrado en el movimiento constante, que todavía canalizaría mucho mejor en Star Trek, alcanzaría su plenitud en Super 8 y su máximo esplendor en Star Trek Into Darkness.

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La energía animada de Brad Bird

No creo que nadie discuta que, fuera cual fuera la relación que hubiéramos tenido con Mission: Impossible, todos dejamos atrás nuestras diferencias con Tom Cruise y su franquicia cuando supimos que Brad Bird iba a encargarse de dirigir la cuarta entrega de sus aventuras, que perderían la cifra que le daba el orden en la serie, para ser reconocida por su subtítulo, Mission: Impossible - Ghost Protocol. Dos veces ganador del Oscar a la mejor película de animación por The Incredibles y Ratatouille, la expectación de la que sería su primera película de imagen real no quedó en absoluto defraudada con la que un servidor considera la mejor película de la serie.

Retrospectiva de Mission Impossible Brad Bird

Manteniendo la importancia de la acción y el movimiento que tan bien le habían funcionado a J.J. Abrams —que permanecía en la serie en funciones de productor—, también recuperaba la importancia de las emociones de sus personajes, que capturaba con una elegancia visual superior incluso a la de Brian De Palma, consiguiendo además una aventura vertiginosa en la que no había ni un sólo minuto de descanso. La espectacularidad de algunas secuencias estaba perfectamente compensada por la pirotecnia de los movimientos de cámara y las aportaciones de un reparto en el que sobresalían Jeremy Renner, Michael Nyqvist y la breve aportación de Léa Seydoux, sin desmerecer habituales como Ving Rhames o el repetidor Simon Pegg, que seguía aportando ese toque de humor que favorecía tan oportunamente al estirado Tom Cruise.

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Lo que podemos esperar de Christopher McQuarrie

Retrospectiva de Mission Impossible Christopher McQuarrie
Carlos Alvarez/Getty Images(The Hollywood Reporter)

Ganador de un Oscar por el guión de Usual Suspects, la trayectoria de Christopher McQuarrie siempre ha estado vinculada con Bryan Singer, para quien había colaborado en el guión de cuatro de sus películas. Como director debutaba con The Way of the Gun, aunque tardaría doce años en confirmarse definitivamente con Jack Reacher, la adaptación de la novela de Lee Childs que llegaba dispuesta a convertirse en la nueva franquicia de Tom Cruise, en peligro al no haber obtenido los resultados económicos previstos. Haber incluido en su reparto a un cineasta como Werner Herzog, estableciendo vínculos con la famosa saga que Clint Eastwood iniciaba con Dirty Harry, puede darnos alguna pista sobre los gustos cinematográficos de McQuarrie, preocupado tanto por la verosimilitud de sus personajes, como en la contundencia de la acción, de la misma manera que también lo era el implacable cine de Don Siegel.

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