No es ningún secreto a estas alturas que las actualizaciones son el mayor quebradero de cabeza para muchos usuarios de Android. O al menos uno de los mayores. Problema que ahora están intentando solventar desde Google en colaboración incluso con los fabricantes, lanzando terminales punteros del mercado con Android de stock, como los recientes Samsung Galaxy S4 y HTC One que llegaron en su versión Google Edition. Así, las actualizaciones de Android están aseguradas sin tener que pasar por los fabricantes, o peor aún, por las operadoras.
Para hacerse una idea del problema que suponen las actualizaciones de Android para muchos usuarios, mirar las estadísticas de adopción y uso actual de cada versión del sistema es un buen baremo. Y las que han aparecido a fecha de 3 de junio de 2013 (ayer), son algo demoledoras. Sencillamente, muchísimos usuarios siguen atascados en versiones antiguas, destacando Android Gingerbread, lanzado hace dos años y medio (diciembre de 2010). El 36,5 % de los usuarios de Android siguen en esa versión, en alguna de las actualizaciones que comprenden desde 2.3 a 2.3.7.
La buena noticia sobre las actualizaciones de Android es que Jelly Bean casi le iguala en números, con una penetración del 33 % en las versiones 4.1 y 4.2, siendo ésta última en solitario de sólo un 4 %. Por detrás se sitúa Ice Cream Sandwich, con una cuota del 25,6 %. También destacan las presencias casi nulas de Donut (a punto de cumplir cuatro años) y de HoneyComb, algo más reciente, ambas con un 0,1 %. Agilizar la adopción de nuevas actualizaciones de Android es uno de los retos que debería tener Google en mente. Y si algo puede aprender de iOS, es en este sentido. Lo tiene difícil, pero en el último I/O ya dejó detalles sobre facilitar la programación (Android Studio, quizás su próximo movimiento vaya encaminado por ahí. O debería.