Aunque la pornografía es casi tan vieja como el mundo, las cuestiones relacionadas con ver material que contenga sexo explícito siguen conllevando verdaderos tabúes en nuestra sociedad. Y desde hace años, se plantea cómo afecta el porno el comportamiento de los individuos que ven películas, revistas u otro tipo de contenidos relacionados con la pornografía.

En India existen templos con decorados donde se muestra de manera explícita la cópula entre parejas, y en Grecia también se han encontrado jarrones o murales con dibujos eróticos. ¿Por qué entonces, si el sexo es una actividad natural, ver pornografía no está tan bien visto? ¿Es acaso un problema cultural y social, o por contra existen pruebas de cómo afecta el porno a nuestra salud, cerebro o comportamiento sexual?

Un estudio realizado en Holanda entre adolescentes y jóvenes parece indicar lo contrario. Los resultados del trabajo del equipo de Gert Martin Hald y sus colaboradores resuelven varias de las dudas sobre cómo afecta el porno a nuestra mente. Y los resultados son, sin duda, curiosos.

El artículo, publicado en The Journal of Sexual Medicine, muestra la encuesta online realizada a más de 4.600 jóvenes, con edades comprendidas entre los 15 y los 25 años. Del número total de personas consultadas, el 88% de los varones y el 45% de las mujeres declararon haber visto material pornográfico en los últimos doce meses. Este contenido, según los adolescentes y los jóvenes, se encontraba a partir de películas, revistas, Internet u otro tipo de material multimedia.

Aunque los investigadores, al analizar cómo afecta el porno al comportamiento de las personas encuestadas, encontraron una relación directa entre ver material con contenido sexual explícito y el deseo de practicar sexo menos convencional, el número de individuos que mostraron esta asociación fue relativamente bajo. De forma más concreta, entre los encuestados, solo un porcentaje pequeño (entre el 0,3 y el 4%) pareció sentirse afectado en parte por ver pornografía.

Ante resultados anteriores, que relacionaban el porno entre adolescentes y jóvenes con conductas sexuales con riesgo, este estudio se inclina a pensar que la práctica de sexo no convencional se asocia más a disposiciones personales previas que a la propia pornografía por sí misma.

Este estudio podría ser interesante a la hora de diseñar políticas de educación sexual entre los más jóvenes, al entender que el consumo de este tipo de contenidos no tiene tanta relevancia como se pensaba. En otras palabras, la gran duda sobre cómo afecta el porno podría estar resuelta: ni provoca problemas mentales ni conlleva a comportamientos sexuales de riesgo.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: