En algunas malas películas siempre se ve a un fotógrafo, ligón y pendenciero, con tres o cuatro cámaras colgadas, que cuando llega a la habitación del hotel de mala muerte que se puede  costear, tira las cámaras a la cama deshecha para sumergirse en la botella de ron que siempre le espera. Al día siguiente, tiene las cámaras listas para trabajar y las fotos del día publicadas en los principales diarios del mundo. Esto, señores y señoras, es mentira.

En la vida de un fotógrafo real, las cámaras son tremendamente delicadas, y más cuando tiene entre manos una digital. Veamos cómo se cuidan:

  • Una buena correa, bien asegurada, es fundamental. En las cajas siempre viene una con el logotipo bien resaltado. Es una buena opción, pero en el mercado existen correas de neopreno que reducen la sensación de peso. Y realmente funcionan. Y no hacen tanta publicidad.
  • Para casos extremos, como un viaje al desierto o un día entero con la cámara en la playa con niños y turistas, hay fundas de silicona que se adaptan como un guante al cuerpo de la máquina. Es una opción excesiva para la mayoría de los casos, y con una buena funda para la lluvia sobra. Incluso una humilde y contaminante bolsa de plástico, con una esquina cortada y sujeta con el parasol, sirve para el 99% de los casos.
  • No cambiar el objetivo con la cámara mirando al cielo. Mejor hacerlo boca abajo. El polvo está en todos lados, pero la fuerza de la gravedad funciona. Y por supuesto, cerrar siempre con su respectiva tapa los objetivos.
  • La cámara se puede limpiar con una perilla de aire. Con sumo cuidado si atacamos el interior de la misma. Y un bote de aire comprimido, como solución extrema, para limpiar el exterior. Cada cierto tiempo viene bien limpiar la cámara. Si hemos pisado la playa con ella, la limpiaremos inmediatamente. El aire salado del mar es muy cruel con los dispositivos electrónicos. Una buena gamuza de microfibra no pesa, no ocupa lugar y te deja la cámara como nueva.
  • Y por supuesto, la cámara siempre en una mochila cuando no estemos trabajando.

Para guardar las fotos, hay muchos caminos, pero muy pocos funcionan bien. El orden es importante para no convertir el disco duro es un caos:

  • Cuando descarguemos las fotografías en el disco duro del ordenador, cogeremos sólo las tarjetas que sepamos que contienen los datos. Para conseguirlo, estarán identificadas por una marca, o guardadas en otro bolsillo de la mochila, o estarán numeradas. Esto es muy importante si no queremos perder información.
  • A la hora de descargar, no lo haremos a lo loco, sino que seguiremos una rutina para no perder nunca ningún archivo:
  1. Crearemos una carpeta secuencial. 001 para la primera, 002 para la segunda,... Podemos asignar una letra a estas carpetas, para que sepamos que son parte de nuestro archivo fotográfico. Personalmente uso la D de digital.
  2. Hacemos una copia de las fotografías de la tarjeta y las volcamos en la nueva carpeta.O utilizamos los servicios de descarga de los programas de edición. Realizamos lo mismo con todas y cada una de las tarjetas que hayamos utilizado en nuestro último trabajo.
  3. Con tranquilidad y sin prisa, revisamos todas las fotografías en la pantalla del ordenador y borramos aquellas que sean insalvables: muy subexpuestas, muy sobrexpuestas y muy movidas. Nada más.
  4. Renombramos los archivos con un nombre secuencial que nos diga en qué carpeta la podemos encontrar. Por ejemplo las dos primeras fotos de la carpeta D001 son la D001-001 y la D001-002... Así, si alguna vez las encontramos sueltas o alguien nos las quiere comprar, sólo tenemos que acudir a  esa carpeta y ahí estarán. Los nombres que tienen por defecto no sirven para nada y poner la fecha de nombre es redundante, pues es un dato que está en los metadatos. Ps y Lr nos pueden ayudar en estos menesteres.
  5. Cuando hemos terminado de renombrar, es el momento de trabajar con los metadatos más importantes, como son autor y palabras clave. El autor es para reconocer la autoría y las palabras clave para localizar la fotografía fácilmente.
  • Hacemos la copia, o copias de seguridad de todas las fotografías nuevas, cuando ya tenemos todos los datos bien guardados.
  • Ahora y sólo ahora, formateamos las tarjetas para que el próximo día que saquemos a pasear la cámara no nos entren dudas por si habíamos descargado o no esas imágenes.

Esta es un rutina que nos ayudará a conservar la cámara durante mucho más tiempo y nos ahorrará tiempo en la búsqueda posterior. Ahora podemos empezar a revelar. Con limpieza y orden.

 

 

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