Los drones, es decir, los vehículos no tripulados, se han extendido muy rápidamente en los ejércitos de todo el mundo tanto para misiones de espionaje como de ataque (Estados Unidos posee una flota bastante grande) pero, desde hace algún tiempo, comienzan a utilizarse en "misiones de interior" (vigilancia de ciudadanos) o en la vigilancia de las fronteras. Parece que la Unión Europea quiere emular a Estados Unidos y el uso de drones para vigilar las fronteras y, con esa idea, la Comisión Europea ha presentado el proyecto EUROSUR que permitiría el uso de drones en la costa del Mediterráneo para la vigilancia y lucha contra la inmigración ilegal.

Dentro de un proyecto integral para mejorar la seguridad de las fronteras de los países que están en el borde exterior de la Unión Europea, la Comisión Europea pretende invertir 331 millones de euros (unos 410 millones de dólares) en varias medidas de refuerzo de sus fronteras para frenar la inmigración ilegal y, dentro de estas medidas, pretende desplegar una flota de drones en el Mediterráneo para vigilar cualquier tipo de embarcación que pretenda desembarcar en algún país de la UE (España, Francia, Italia o Grecia).

Si bien los Estados miembros de la Unión Europea ya se valían de los satélites, el nuevo plan de acción (que aún debe pasar por la aprobación del Parlamento Europeo) quiere mejorar la red de sistemas y sensores usando boyas y balizas fijas combinadas con sensores en vehículos aéreos no tripulados que comenzarían a desplegarse el próximo año (si todo marcha tal y como está previsto).

EUROSUR ayudará a detectar y luchar contra las redes criminales

Aunque este plan pueda ser una forma disuasoria de luchar contra las redes de tráfico de personas, la Unión Europea ha terminado sucumbiendo a la "drone-manía", es decir, al mismo tipo de vigilancia activa y extrema que practica Estados Unidos en su frontera y que parece que se ha exportado también a Europa. De hecho, la idea es vigilar el tráfico de embarcaciones desde las "costas origen" en África y mantener operaciones de control en los países vecinos.

Lógicamente, medidas como ésta son muy dadas al abuso y, mal dirigidas, nos acercan a la militarización del espacio aéreo y al férreo control de la población y de los países vecinos; un ejemplo de intolerancia que bajo mi punto de vista anda muy lejos del espíritu de unidad que forjó a la propia Unión Europea.

Un proyecto con demasiadas sombras que, seguramente, dará bastante que hablar.

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