Nuestro planeta, realmente, no nos pertenece y es la herencia que dejaremos a las próximas generaciones. Desgraciadamente, no todo el mundo está igual de concienciado y algunas empresas con pocos escrúpulos no ponen las medidas oportunas para compaginar su actividad con la preservación del medio ambiente y se suceden los vertidos y accidentes que ponen en riesgo nuestros mares y océanos. Con la idea de ser algo más proactivos y detectar posibles focos de contaminación, la Unión Europea subvencionó un proyecto de I+D (a través del Déptimo Programa Marco) llamado SHOAL con el que se ha desarrollado un pez-robot capaz de medir la contaminación del mar.

SHOAL es un pez-robot capaz de trabajar de manera colaborativa con otras unidades "de su especie" con la idea de detectar e identificar zonas marítimas contaminadas prácticamente a tiempo real, sin necesidad de tomar una muestra de agua y llevarla a un laboratorio. Dicho de otra forma, este robot con forma de pez será capaz de moverse de la misma forma que haría un pez real y, además, ejercer de laboratorio móvil midiendo el estado y la calidad de las aguas.

SHOAL es capaz de detectar y analizar contaminantes presentes en el mar y reducir el tiempo de análisis de semanas a unos pocos segundos. Los sensores químicos emplazados en este pez-robot permiten el análisis a tiempo real en vez del clásico método de tomar muestras y enviarlas a analizar a un laboratorio. De hecho, el robot es capaz de identificar la fuente de la contaminación e informar de ello, permitiendo que se puedan enviar los medios oportunos para contenerla de una manera mucho más rápida

El es capaz de moverse de manera autónoma, sondear las aguas, evitar obstáculos, transmitir datos a otros robots y, cuando la batería esté baja, volver a su base de operaciones para recargarse para poder seguir su tarea y contribuir a la lucha por la preservación de mares y océanos. ¿Y qué utilidad podría tener un robot así? Su presencia, prácticamente, pasaría inadvertida y podría realizar medidas para detectar contaminación en puertos o en alta mar sin llamar la atención de los infractores, por ejemplo.

Tras varios años de desarrollo, y varios prototipos construidos, el proyecto ha entrado en una fase crucial puesto que ya se están realizando las primeras pruebas reales en un puerto (el puerto de Gijón en España) en el que, quizás, algunos marineros y patrones de barco se topen con un pez de tamaño parecido a un atún pero de color amarillo y con piel de fibra de carbono.

Un proyecto muy interesante y multidisciplinar que podría contribuir mucho a la lucha activa por la preservación de nuestras aguas.

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