La exposición Brains: The Mind As Matter albergará una muestra de cerebros entre los que se incluye el del genio Albert Einstein.

El notable cerebro compartirá la muestra con otros atractivos ejemplares. Una sufragista americana que donó su cerebro para que la ciencia pudiera comprobar que no hay diferencias entre hombres y mujeres. Un caballero erudito y asesino que, a pesar de lo inteligente que era, mató a su mujer y a su hijo y fue condenado a muerte. Una momia egipcia. El cerebro del precursor de la computación, Babbage y un cerebro con un disparo en la cabeza. Todo muy bien escogido.

Einstein murió hace 57 años cuando tenía 76 de un aneurisma en la aorta. Su voluntad era ser incinerado y que sus cenizas se dispersaran para evitar la creación de un santuario. Sin embargo, el patólogo que lo atendió, Dr. Thomas Harvey hizo lo contrario de la voluntad de Einstein. Se dice que obtuvo el permiso de su hijo, Hans Albert, pero este extremo nunca fue aclarado.

El caso es que Harvey, que no contaba entre sus habilidades la de preservar cerebros, hizo lo que pudo. Le extrajo los ojos y se los dio al oculista de Einstein. En la actualidad siguen en una caja fuerte en Nueva York. Inyectó formaldehído en las carótidas de modo que bañasen todo el cerebro. Después lo extrajo, lo peso y lo fotografió. A continuación hizo de él 240 rodajas que conservó en tarros con formaldehído. Harvey mantuvo el cerebro de Einstein en su casa durante 40 años.

No se sacaron grandes conclusiones del examen del cerebro y cuando preguntaban al patólogo por el cerebro, este respondía que estaba a punto de publicar los resultados de su estudio.

Parte de los frascos fueron donados y se han perdido. Parte estuvieron años en un sótano. Harvey perdió su licencia para ejercer la medicina y vagó por los Estados Unidos transportando en su coche los restos que le iban quedando. Finalmente, dos de las muestras bien preservadas serán mostradas en la exposición de Londres.

En la actualidad los bancos de cerebros son una fuente de información muy importante para la ciencia. Desde el estudio de enfermedades como Alzheimer hasta la expresión de los genes en cada parte del cerebro. El Allen Institute for Brain Science del millonario cofundador de Microsoft Paul Allen realiza una excelente labor de investigación. Los primeros pasos son críticos. Se extrae el cerebro del cráneo, se hacen rodajas de 1 cm y se congelan. A continuación, con más calma se envían al centro de Seattle. Las rodajas se van dividiendo en secciones más y más finas con unas diminutas cuchillas de diamantes o un haz de electrones. En última instancia se averigua qué genes se estaban expresando en cada parte antes de la muerte.

Los visitantes de la exposición de cerebros no van a encontrar algo magnífico y vistoso. Más bien gelatinosas masas de color gris. Y en el caso de Einstein apenas dos rodajas de lo que fue ese gran órgano creador. De haberlo sabido, no es probable que el genio hubiera estado muy contento con el futuro que le esperaba a su cerebro.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: