Doce capítulos, eso es lo que ha durado la primera temporada de American Horror Story, una serie sin medias tintas o la amas o la detestas. Una serie que ha roto con los esquemas establecidos, incluso por ella misma, con la misma facilidad con la que parpadeamos; una propuesta que arriesgó temática y formalmente a la hora de contarnos una historia de terror tan tradicional que la única manera de deslumbrar al espectador era llevando a cabo complejos malabarismos narrativos y conceptuales: introduciendo sexo, misterio y sangre a raudales. American Horror Story ha cumplido con su objetivo, no ha dejado a nadie indiferente, supo esquivar el desastre con el que coqueteaba desde lejos y afianzarse como una producción a tener en cuenta a la hora de repartir nominaciones y premios.

No es una serie perfecta y si empezamos a sacarle defectos tendremos una divertida charla, que si resuelven tramas en dos frases, que si juegan demasiado con el efecto sorpresa, que si el montaje hace que se pierdan muchas posibilidades narrativas y dramáticas, que si algunos personajes resultan demasiado estereotipados y caricaturescos, que si el misterio y el drama dan paso al gore y la autoparodia con demasiada facilidad, etcétera; y aún así la serie funciona como moderno cuento de terror que sirve para sacar del armario los miedos y fantasmas norteamericanos. American Horror Story destaca en el panorama televisivo actual por ser una seria única, inclasificable y estéticamente reconocible.

Alerta de spoilers, cuidado con los spoilers fantasma

El alegre final de los Harmon

Después de sufrir lo indecible, uno por uno, todos los miembros de la familia Harmon mueren en la casa. Todos menos uno de los bebés de Vivien, uno de los gemelos que nace en el salón de la casa con la ayuda de varios fantasmas.

Los Harmon, que se habían trasladado desde Boston hasta Los Ángeles con la esperanza de empezar de nuevo y de poder encontrar la felicidad, fueron infelices mientras vivían en la casa pero consiguieron alcanzar la felicidad y el equilibrio como familia y como individuos una vez muertos. Curioso. La escena en la que adornan el árbol de Navidad nos muestra a una familia que se ama, que permanece unida, que se quiere y que no arrastra demonios del pasado: Violet ya no sufre acoso escolar, ya no se hace cortes a escondidas y ha dejado de estar bajo la influencia de Tate; Vivien ya no desconfía de su marido, ya no se siente sola y desvalida; y Ben parece haber encontrado el equilibrio interno, ha sabido perdonarse y hacerse perdonar, ha hecho examen de conciencia y se ha librado de todos sus defectos para comprender que lo esencial es el amor que siente por los suyos.

Un final cerrado para la historia de la casa y para los Harmon. Un cierre bastante definitivo, aunque en la casa de al lado viven Constance (una impagable Jessica Lange) y el pequeño hijo de Vivien, el anti-Cristo al que ya hemos visto en acción.

Personajes que enganchan

Puede que la única razón de peso para ver la serie sea la portentosa, medida, creíble y cautivadora interpretación de Jessica Lange. La actriz desvía la atención hacia sí con insolente facilidad, ningún actor/actriz puede hacerle sombra y compartir escena con ella debía de ser todo un desafío para el resto del reparto. Lange compone una Constance truculenta, sugerente, vibrante; su sola presencia justifica toda la serie. Lange ha sido justamente nominada como mejor actriz secundaria para los Globos de Oro y es una muy firme candidata a hacerse con el premio.

Otros personajes a tener en cuenta son Tate y Moira. Tate ha sido un personaje que ha gustado y mucho; sabemos que es un mentiroso, un sociópata, un violador, un asesino y un manipulador que siempre se sale con la suya. Ben, una vez muerto, no tiene problemas en encararse con él y decirle lo que realmente piensa; y aún así, es terrible ver a Tate solo, al margen, esperando el perdón de Violet y esperará toda una eternidad si hace falta, porque la ama.

Tengo que admitir que hubo momentos en los que la relación entre Violet y Tate parecía un auténtico culebrón para adolescentes pero tanto Taissa Farmiga como Evan Peters resultan conmovedores y sus actuaciones son muy auténticas; así que se pueden aguantar sus dramas y sus lágrimas sin sentir vergüenza ajena.

La dualidad de Moira resultaba desconcertante y sugerente, Frances Conroy y Alexandra Breckenridge dan vida a un mismo personaje que es mucho más de lo que parece; la historia personal de Moira es devastadora e injusta y Moira posee una belleza tanto exterior como interior que se va descubriendo capítulo a capítulo. Conroy comparte varias escenas con Jessica Lange y ahí es donde ambas actrices demuestran lo grandes que son, un duelo interpretativo que se resuelve con significativas miradas y frases cargadas de veneno.

El resto de inquilinos de la casa (Nora y su marido, la Dalia Negra, la pareja gay, Hayden...) aunque muertos resultan más atractivos que los personajes vivos; sus historias, sus dramas y sus muertes despiertan nuestra curiosidad y compasión; todos ellos eran almas perdidas y la casa parece no darles muchas opciones de redención. Aún así, hay una clara diferencia entre los espíritus buenos (Moira, los Harmon, las enfermeras) y los malos (Hayden, Tate, los aprendices de serial killer); coexisten en el mismo espacio pero tienen formas diferentes de entender su situación y de relacionarse con los vivos.

Los seguidores tienen sus favoritos y algunos de los espíritus han destacado por encima de otros – Zachary Quinto está sensacional como maruja-. Lástima que en la segunda temporada abandonemos la casa y a estos personajes con los que nos habíamos encariñado sin remedio.

El futuro

El creador, Ryan Murphy, que ya ha confirmado la segunda temporada de la serie, ha dicho que la acción no se desarrollará en la casa y que los protagonistas serán otros actores, eso sí, algunos de los que vimos durante la primera temporada podrían aparecer interpretando otros papeles o haciendo un cameo.

Seguro que Murphy y su equipo seguirán apostando por una trama en forma de puzzle y con giros inesperados; seguro que la historia seguirá mezclando el thriller psicológico y el terror gótico; procurarán mantener el riesgo estético y narrativo, y nos darán otro buen puñado de personajes carismáticos. Eso al menos es lo que espero de la segunda temporada.

American Horror Story no defrauda, y esta primera temporada sienta las bases de una apuesta necesaria, fundamental y única que, es más que posible, influya en futuras producciones. futuras.

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