Tomás Escobar podría ser un estudiante más de cualquier campus de esta parte del mundo. En la foto de la revista Rolling Stone se lo ve de mochila, camisa salida y una mirada que de alguna manera transmite inseguridad. O para decirlo de una manera más elegante, no es el típico tío que se las cree todas o que sale a “comerse el mundo” 2.0. Hizo un culto del perfil bajo... hasta ahora, que la revista de rock lo puso en un lugar de máxima exposición. Porque Escobar tiene 22 años, vive en un departamento prestado, en Buenos Aires, y trabaja desde su habitación con la notebook. No solía dar notas. O nadie se las pedía.

Ah, un detalle: es el dueño de Cuevana, el sitio argentino que permite, mediante un plugin para navegadores web, ver en streaming cientos de series y películas alojadas en servidores como Megaupload o Filesonic. En ese servicio la industria del entretenimiento no tiene nada que ver: los usuarios ven las películas que subió otro. Y allí esta el quid de la cuestión...

De ahora en más, esta nota podría dividirse en dos. Por que están los que creen que Escobar lo único que hace es lucrar con el trabajo creativo de otros; y los que lo defienden, contando su historia como la de un chico de provincia que, como tantos, empezó a teclear código en el rincón de un garage, y hoy está dispuesto a recoger los frutos de su idea. “No en un garage -aclara Escobar-, ya que acá no son tan populares los garages del estilo de EE.UU., pero sí en un pequeño cuarto intermedio que casi daba a la terraza, en una casa en Córdoba, Argentina. Igual no considero que la ubicación sea el factor de éxito en las historias de la tecnología, sino más bien la escala del origen de la creación. Me explico: en internet, los usuarios suelen abrazar a proyectos que nacen de raíces independientes, pensados por pocas personas o individuales, y castigan a los de grandes corporaciones. Obviamente, una vez que los mismos ya están asentados es otra cosa, pero nacieron desde abajo, y eso es con lo que el usuario parece simpatizar. Ejemplos: Twitter, Facebook, Google”.

Vamos al grano. Escobar contesta vía mail, desde la habitación de su casa, con su notebook, el cuestionario que le hizo llegar ALT1040. La idea es tratar de sacar alguna conclusión: ¿estamos ante un héroe o ante un villano?

ALT1040: - En el momento de lanzar el sitio, ¿cómo viste el problema de los derechos de autor?

El sitio se ideó simplemente como un índice organizado y prolijo de hipervínculos. Ni más ni menos que lo que hace Google, pero enfocado específicamente en un género y tratando de brindar mayor herramientas a los usuarios.

ALT1040: -¿Qué pensás de los que dicen que Cuevana no puede durar mucho porque es ilegal?

Cuevana no comete ninguna actividad que la ley especifique como ilícita.

ALT1040: - ¿Qué pensás de los que dicen que Cuevana lucra con las obras de los demás?

Cuevana nació como hobby, y nunca estuvo la intención de lucrar de las obras de terceros. Hoy en día, debido al crecimiento del mismo, queremos llegar a un acuerdo con las productoras, distribuidoras y dueños de contenido para generar un nuevo modelo de negocios que beneficie a todas las partes, incluyendo el usuario. Por eso estamos en conversaciones para armar esto. Estamos trabajando para llegar a acuerdos con la industria, no queremos en ir contra de la misma. Simplemente esto se dio así desde un principio, como una necesidad personal.

En el ojo de la tormenta

Deberá acostumbrarse, Escobar, a contestar este tipo de preguntas. Pero lo cierto es que la industria del entretenimiento actualmente no resuelve una demanda real de la gente: consumir de manera rápida programas de TV y películas, y a un costo que no sea excesivo. Es imposible no relacionar este caso con el de Napster, en una época en la que todavía no existían, en el mundo de la música, servicios como los de Amazon, Spotify, ni iTunes, y las grandes discográficas lo único que pensaban era desarrollar obstáculos para intentar evitar la piratería. Querían tapar las filtraciones del Titanic con el dedo.

“Cuevana surgió como una necesidad personal de organizar y ordenar las series y películas en internet -retoma Escobar-. El trabajo de ver películas y series en internet era desprolijo, hasta engorroso en ciertos casos, y me dije, ‘esto puede ser más fácil, debe ser fácil’. Así nació Cuevana, buscando suplantar las falencias de la distribución física y ordenar la masividad digital. Aunque la verdad que todo esto nunca hubiese ocurrido si la industria hubiese tenido una alternativa adecuada para el momento”, le dice a ALT1040.

Pero también tiene argumentos en contra, Tomás (dijimos que esta nota se podía dividir en dos). Porque los derechos que tienen los autores de cualquier obra deben ser atendidos de alguna manera. Porque en este esquema, habría un beneficiario (el creador del sitio), colaboradores útiles (la gente que sube películas y las baja para disfrutarlas en casa), y también damnificados: quienes hicieron posible las obras. Por ahora, el hilo no se corta por lo más fino, porque la mayoría de los "que pierden" son corporaciones multinacionales (aunque también el catálogo de Cuevana incluye producciones independientes menores). Pero no deja de ser un esquema que no cierra. Que a la larga, parece no ser sustentable. Y eso sin tener en cuenta el dilema ético, ni el largo debate sobre el "copyright", que alguna vez habrá que enfrentarlo.

Radiografía del servicio

El tráfico de Cuevana es un 90% de América Latina. Los socios originales, ya que eran tres estudiantes sanjuaninos, se separaron. Él simpifica así la disputa: “No me preocuparía por eso. El autor y creador del sitio es uno sólo”. * Lo curioso de la página es un plugin que permite automatizar el consumo de los programas y las series alojados en los servidores de descarga directa. De tal forma que en el mismo sitio se ejecuta todo el proceso. “Lo más trabajoso es adaptarlo a cada sitio, ya que cada uno es totalmente distinto (hablo de los servidores de descarga directa)”. La página se sostiene con publicidad. Escobar no cree que el factor “pirata” sea la razón del enorme tráfico de la web. “Considero que en internet, más allá de las buenas ideas, los sitios que tienen éxito son aquellos que se enfocan en las necesidades de los usuarios y en facilitar sus acciones”.

Foto: Diario Perfil

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