Mucho se ha hablado, se habla y se hablará del humor inglés. Mal llamado inglés, porque en realidad, muchos de los grandes talentos de la comedia británica vienen de otras home nations como Gales o Escocia o incluso de Irlanda. Aún así, el término que se usa en castellano suele ser humor inglés, y por desgracia se suele utilizar con un cierto retintín algo despectivo, como si el humor británico fuese por naturaleza snob y pretencioso. Lo maravilloso de todo esto es que lo es, pero en un modo tan absolutamente autoconsciente que sólo sirve para mejorarlo aún más. Si quiere usted iniciarse en el humor de la Pérfida Albión, aquí tiene los cinco primeros clásicos imprescindibles que tiene que ver si no quiere que le pongan la cara roja, en ningún orden en particular.

Fawlty Towers

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Un básico basiquísimo de la comedia inglesa es un cierto personaje de stock: el snob profesional que se cree mejor que todos en todo, que cree que conoce la forma apropiada de hacer cualquier cosa y que cree que sabe diferenciar a la gente bien de la gente mal. Basil Fawlty (el enorme John Cleese) es ese personaje elevado al cubo. Soberbio, grosero y arribista, es el propietario y gerente de Fawlty Towers, un pequeño hotel rural en Torquay, Devonshire. Le rodean su mujer Sybil, con la que tiene una relación de odio-odio; Polly, la camarera del restaurante y voz de la cordura; y Manuel, el botones español cuyo desconocimiento del inglés da pie a algunas de las mejores escenas de la serie. Fawlty Towers ha sido elegida en múltiples ocasiones como la mejor sitcom de la historia, sin más calificativos. Es como para darle una oportunidad.

Monty Python's Flying Circus

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¿Qué podemos decir de Monty Python's Flying Circus que no se haya dicho ya? Es el espejo en el que se mira toda la comedia moderna. Cada episodio es un extenuante viaje a toda velocidad por una cadena perfectamente hilada de non-sequitur, animaciones surrealistas, sketches que enfrentan a amas de casa de clase media con el mismísimo Jean-Paul Sartre y pingüinos birmanos que explotan. Es un programa sin formato: desde episodios como You're No Fun Any More, que básicamente cuentan una sola historia (la invasión de los manjares blancos del espacio exterior) hasta otros como How to Recognise Different Types of Trees From Quite a Long Way Away, que presenta sketches independientes entre si unidos por un leit-motiv poco sutil y un tanto arbitrario. Hay cuarenta y cinco episodios y ni uno solo que sea malo. PD: Por cierto, los Monty Python's también han tenido su influencia sobre la tecnología.

Absolutely Fabulous

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Eddie, una mujer divorciada de cuarentaymuchos años, alcohólica y drogadicta, convive con su hija Saffron, una chica estudiosa y responsable inevitablemente traumatizada por el estilo de vida de su madre. La abuela, senil e insultante, las visita ocasionalmente. Mientras tanto, Patsy, la mejor amiga de la protagonista, una ex-modelo politoxicómana y ninfómana demasiado aficionada a la cirugía estética y a la moda, trata de separar a Eddie y a Saffron y ataca a esta última tanto psicológica como físicamente. ¿Un drama social? Ni por asomo. Una de las mejores comedias que se han hecho en la historia. Y sí, con esa premisa parece difícil creerlo, pero te hará reír desde el primer minuto hasta el último. Una crítica feroz del mundo de la moda, de la tele, del cine, de la música popular, del tenis de mesa o de la teletienda puede esconderse en cualquiera de los episodios. La dinámica entre los personajes es irrepetible, y además, como este año veremos -¡por fin!- tres episodios nuevos, es el momento ideal para ponerse al día.

Black Books

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Verán mis queridos lectores que si hay una constante en el humor británico son los personajes insidiosos y desagradables que nunca, nunca, nunca aprenden una lección. A los británicos les encanta reírse de esas pequeñas cosas que nos hacen a todos ligeramente insoportables llevadas al extremo. Ese es el caso con los tres personajes principales de esta serie. Bernard Black es un irlandés borracho, sucio y malencarado que regenta una librería de viejo en Londres. Le molestan los clientes, es grosero con ellos y prefiere no vender libros para no tener que conseguir más. Un día, por un azar del destino, aparece en su librería Manny Bianco, una especie de post-hippie trasnochado que derrocha optimismo, generosidad y afabilidad pero se las arregla para obtener resultados igual de desastrosos. Completa el terno Fran Katzenjammer, la propietaria de la tienda de al lado, una mujer malhablada, pesimista y amargada que de vez en cuando hace un intento a medio gas de ser mejor persona. Los tres puntos de un espectro, los extremos y el intermedio, se las arreglan para meterse en algunas situaciones descabelladas que nos tendrán rodando por el suelo de la risa durante los dieciocho episodios que dura la serie.

Little Britain

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Little Britain es, como su nombre indica, un reflejo en miniatura de Gran Bretaña. Un reflejo torcido y amorfo, como el de un espejo de feria. Todas las cosas más horribles del Reino Unido aparecen en esta serie retratadas con una crueldad feroz. Los personajes oscilan entre lo ligeramente desagradable y lo directamente repulsivo, pero lo hacen un un tempo cómico inigualable, unas interpretaciones soberbias y un ritmo frenético. La delirante narración de Tom Baker, el que fuera el cuarto Doctor en Doctor Who, ponen la guinda en el pastel de Matt Lucas y David Walliams, que interpretan casi todos los papeles de la serie. La insoportable chav Vicky Pollard; el peor travesti de Inglaterra, Emily Howard; el «único» gay del pueblo, Daffyd Thomas; la desagradable agente de viajes Carole Beer o la ofensiva monitora de FatFighters Marjorie Dawes son algunos de los personajes inolvidables que ya han pasado a la historia de la televisión.

Permanezcan atentos a sus pantallas: próximamente, la segunda entrega de esta selección.

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