Para muchos, el nombre Kazaa nos remite a unos cuantos atrás, cuando el intercambio musical era dominado por las redes P2P. La revolución gestada por Napster nos había obsequiado varios bastiones para compartir archivos. El negocio de la música pasaba por una transformación profunda, en la que el status quo de las disqueras comenzaba a tambalear, y los gigantes de la industria preparaban palos y piedras para aferrarse al pasado. Los defensores del copyright buscaban maneras --a menudo, inverosímiles-- para combatir la tendencia, mientras que los más inteligentes vieron en el cambio una oportunidad para modificar su negocio.

Por desgracia, la industria triunfó (parcialmente), provocando la criminalización de las redes P2P; y de este modo, contribuyó a la caída y desaparición de muchos servicios. Así, Kazaa entró en un largo letargo. Destrozada por la cantidad apabullante de litigios, terminó por pagar una multa de 100 millones de dólares a las disqueras para dirimir sus líos legales. Al final, Brilliant Digital Entertainment compró la marca para relanzarla con un nuevo modelo: un servicio de suscripción de música por streaming.

La transición no ha sido sencilla. La red descentralizada de Kazaa continuó siendo usado aún después del cierre del servicio, en 2006. Sin embargo, los juicios constantes, los riesgos de pescar malware y la persecución contra las redes P2P ahuyentó a los usuarios. De contar con una comunidad de millones de usuarios, el número se redujo considerablemente a unos cuantos miles. Además, en Estados Unidos, Kazaa ha estado bajo la mira de los abogados de la industria musical, quienes se han aprovechado para darse un festín de demandas.

En 2009, Kazaa quiso volver a montarse al caballo, pero fracasó de manera estrepitosa. En un esfuerzo por ponerse del lado de la industria, ofreció un servicio de suscripción por $20 dólares. Este abono permitía al usuario descargar cuantas canciones quisiera, algo bastante positivo si consideramos que el catálogo rozaba el millón de títulos. Sin embargo, al intentar conciliarse con los reyes del copyright, incluyó protección DRM en las canciones, con lo que sólo se podían máximo en tres ordenadores diferentes y no era posible cargarlas en un reproductor móvil.

Tras ese tropiezo, Kazaa ha evolucionado hacia una propuesta más sensata. Ahora cuenta con una aplicación gratuita para iOS, mediante la cual se puede tener acceso a todas las funciones del programa. A través de un pago mensual (9.99 dólares, disponible sólo en Estados Unidos), es posible acceder al catálogo para escuchar la música en línea; y en algunos casos, descargar las canciones por la vía legal. Sin duda, se trata de un paso muy importante para retomar la prominencia que gozó a inicios de la década de los 2000.

Así, Kazaa apuesta por modelos como el de Spotify, constituyéndose como un competidor incipiente en dicho mercado. Kazaa hace bien en no quedarse en el pasado, sino en mirar hacia una estrategia de negocios que está demostrando ser muy eficaz. Seguramente, muchos recordaremos con nostalgia los tiempos en que descargábamos canciones con este programa; pero también hay que considerar que las circunstancias han cambiado y tanto los usuarios como las empresas debemos adaptarnos. ¿Será el segundo aire para Kazaa? No sé si llegue al mismo éxito que ostentó hace algunos ayeres, pero estoy seguro que es una opción que enriquece el ecosistema de la música por streaming, algo que buena falta hace.

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