Los gobiernos deben entender que no pueden silenciar las protestas, que no pueden atentar contra las manifestaciones “incómodas”. Hace un par de días, los responsables de la red de transporte rápido del área de la bahía de San Francisco (BART) decidieron bloquear la señal de telefonía móvil dentro de sus trenes. La razón fue evitar una protesta en contra de Johannes Mehserle, un policía de tránsito que fue capturado en vídeo disparándole a quemarropa a Oscar Grant III durante un arresto, sin que el presunto delincuente opusiera resistencia.

Este vídeo ha desatado una serie de protestas para que el policía responda por sus actos. Sin embargo, lejos de escuchar a los ciudadanos, las autoridades del BART han optado por callarlos, instalando inhibidores de señal para evitar la manifestación. Parece que los motines en Londres han dejado muy paranoicos a los guardianes de la ley, así que mejor decidieron ejercer la censura preventiva. El pretexto que dieron es que un disturbio en el centro de San Francisco podría devenir en una situación grave. El mensaje es sencillo: usted disculpe que atentemos contra su libertad, pero es por su propio bien.

Lo peor es que las autoridades esgrimen el puño por lo alto, declarando que es una de las tácticas que pueden emplear cuando lo consideren necesario. Ante tal situación, Anonymous convocó a la #OpBART, mediante la cual irrumpieron en la base de datos del sitio de la red de transporte (myBART.org). El grupo sustrajo cerca de 2.400 nombres de usuarios del sistema (de los 55 mil con los que cuenta), así como sus correos electrónicos, contraseñas y direcciones postales.

Es sumamente inusual que Anonymous afecte a ciudadanos durante sus operativos, pero esta vez han publicado información de los gente que emplea el BART. En su comunicado, han expresado que no les importa (doesn't give a shit) si se trata de empleados o usuarios de la red de transporte. Eso sí, se han disculpado con los civiles, diciéndoles que deberían reclamar a BART por no garantizar la seguridad de su información, y les tranquiliza con el argumento de que es improbable que alguien abuse de sus datos.

¿Fue una pifia de Anonymous publicar la información de terceros no involucrados? Me parece que ha sido un error, considerando que sus campañas siempre se han caracterizado por sólo atacar a quienes consideran culpables --como en el caso de la PlayStation Network, donde desistieron por afectar a los jugadores, e incluso emitieron una disculpa pública--. "Quisiera patearles el trasero", reclamo Marsha-Ann Sebay, una usuaria del BART cuyos datos fueron expuestos. Sí, este tipo de demostraciones ayudan a que las autoridades entiendan que no deben atropellar el derecho de comunicación de otros, pero ¿debe hacerse a costa de la privacidad de terceros?

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