El día de ayer se celebró el Día de la Propiedad Intelectual, una evento burocrático completamente innecesario que pasó sin gloria y en cambio, con mucha pena. Fuera del protocolo que se promovió a través de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual bajo el lema “Diseñando el futuro” lo único que quedó claro fue que el regimen actual de propiedad intelectual ha perdido por completo su legitimidad.

¿Por qué? Puede ser porque cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.

Pero también por rídiculas e injustas demandas, negociaciones opacas de peligrosos tratados internacionales, estudios y pérdidas fabricadas, sabotaje de redes P2P, financiamiento privado de agencias públicas, captura de reguladores, lobbying salvaje de leyes inmundas, narrativas piratas, criminalización de usuarios, y una profunda incapacidad para aceptar la realidad y adaptarse al innevitable cambio utilizando los argumentos más estúpidos que nos podamos imaginar; el derecho de autor, el copyright o mejor llamados, el sistema de protección de monopolios intelectuales es una de las estructuras legales más nocivas para la sociedad hoy en día.

Mi ídolo Glynn Moody explica como primero fue la guerra contra las drogas, después contra el terrorismo y ahora....

¿Celebrar? No hay ni una razón para celebrar a la propiedad intelectual, pero el oscuro día de la propiedad intelectual puede ser que sea importante para reflexionar y entender que el copyright no tiene absolutamente nada que ver con incentivar la creación, la innovación y la circulación de conocimiento y cultura en el siglo XXI, es acerca de dinero. A lo mejor sí fuera replanteado como el día del dinero o del beneficio económico sería más interesante.

La realidad es que el copyright esta dañando seriamente a la cultura, la ciencia y el ejercicio de la democracia y de paso creando una tensión innecesaria dentro y fuera del internet.

¿De qué nos sirve entonces el copyright a la sociedad? Larry Lessig nos explica:

La propiedad intelectual — como afirma William Patry en Copyright Wars and Moral Panics — es acerca de modelos de negocios y como tal, sus interesados tendrán que solucionar sus problemas existenciales dentro del mercado al cual la cultura comercial (o entretenimiento) pertenece. Pero citando nuevamente a Patry: “el control no es un modelo de negocio” y sin “consumidores no hay contenido”. Por lo cual es conveniente rechazar cualquier producto, legislación o esfuerzo que en nombre del derecho de autor pretenda controlar y violar nuestros derechos para forzar una escasez de bienes culturales que no existe.

Como ya todos sabemos vía las porristas del copyright --la MPAA—, la intención de la industria del entretenimiento no es democratizar la cultura, por tanto, todos aquellos que además de consumidores somos simples mortales que sí estamos interesados en la democratización del acceso y distribución de la cultura, celebremos cada día nuestro derecho a crear, modificar, distribuír, reinventar, compartir y circular nuestra cultura y las formas en la cuales nosotros queremos experimentar con ella todos los días.

Y como hoy es uno de esos días, les comparto “En Elogio a la Copia” de Marcus Boon, para empezar el día. Adelante, descarga una copia.

Por cierto, el día de ayer también se conmemoró uno de los días más tristes para la historia de la humanidad: el desastre de Chernobyl...

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