Un buen día Makoto Konno caminaba por los pasillos de la escuela, acompañada de sus quejas habituales, cuando una sombra y una caída le cambiaron la vida. Fue entonces cuando el hilo del tiempo se le ramificó en ciclos, nuevas vertientes de acontecimientos y finales más felices.

Por alguna razón Konno podía controlar el regreso del tiempo. Se dio cuenta con dificultad. Para cuando sus sospechas se transformaron en certezas, no hizo otra cosa que experimentar hasta alcanzar su dominio. ¿Qué tenía que hacer? Saltar nada más.

Sí. Saltar una y otra vez cada vez que le era preciso volver atrás en el tiempo. Un salto hacia adelante para regresar unos instantes atrás, y no al revés. Mientras más grande el salto, mejor. Y así lo hacía frente amigos, familiares, a solas también, para satisfacer el capricho en turno, para repetir el placer de disfrutar lo que más quería. Había inventado el hedonismo a través del tiempo.

Como era de esperarse, el uso y abuso de su nuevo pasatiempo decantó en culpa. El poder implica responsabilidad. El poder de viajar en el tiempo una inmensa responsabilidad. Y es que Makoto Konno no es una chica común y corriente, poseía algo sutil que con la serie de eventos adecuados sería capaz de desencadenar una verdadera revolución: su inconformidad.

Konno aprendió a manejar su ánimo, sentimientos, pensamientos, algo incluso más complicado que el propio tiempo si nos detenemos a pensar en ello. Lo hizo al solo dejarse guiar por la experiencia de alguien más, sin apagar su energía ni ver sometido su albedrío. Saltó hacia la madurez de pensar en el bienestar del otro antes que el propio como principio de vida, como el equilibrio que todo lo da.

"La chica que saltó a través del tiempo" es ciencia ficción y romance. Es la idea de que el tiempo, aunque vuelva, existe para aprovecharse al máximo y con prudencia. Con esa sencilla idea, lo creadores lograr llevar una película más que entretenida, muy graciosa por momentos, a la vez que estimulante y de animación sobresaliente. El ritmo parece lento, pero su sabor es delicioso agridulce, sobre todo en los bocados finales. Es una película imperdible para estos días en los que creemos que el tiempo avanza más rápido y se va sin provecho.

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