Twitter es una gran licuadora, la humanidad la llena de información, y cada uno de nosotros tiene un botón con su nombre, al presionarlo todo se detiene, y por arte de magia, aparecen mensajes que son nuestros, sea porque alguien usó el nombre indicado o sea porque hemos decidido que dicha información nos pertenece o nos interesa. Todos somos dueños de la gran licuadora. Todos colaboramos llenándola de pizcas de información, granos de sabiduría, hojas de humor, pedacitos de tristeza, restos de ideas, albahaca y canela. Y cada uno decide qué sacar de allí, una licuadora que mezcla todo en una gran red y da un poder inaudito al último eslabón. Nadie decide por mí qué voy a leer. Yo presiono el botón y yo selecciono la mezcla que recibiré. Eso es Twitter… y millones de cosas más.

Hoy se cumplen 5 años desde que fue enviado el primer tweet, el primer mensaje, el creador de los 140 caracteres. Son tantas las cosas que han ocurrido en este tiempo que resulta muy difícil hacer un recorrido rápido. Twitter fue menospreciado hasta el 2009, como todas las cosas buenas, los visionarios se equivocaron, le decretaron la muerte incluso antes de tener vida. En el 2010 Twitter se convirtió en omnipresente. Estaba en todos lados. La frase “Síguenos en Twitter” se imprimió hasta devorar bosques completos, gastó más tinta en el mundo que la que se podía gastar el catálogo de Ikea en una década. Expertos de todo el mundo señalaban, y lo siguen haciendo, que Twitter no tiene un modelo claro para monetizar la compañía. Mientras tanto, una generación de personas encuentran trabajos directamente relacionados con Twitter. Ganan dinero usando Twitter. Paradojas de la licuadora.

Twitter durante estos 5 años ha sido un gran incomprendido. Esa herramienta que todos terminamos usando, pero que nos volvemos un ocho al explicar. Todos queremos decir cómo se usa. Todos tenemos el secreto bajo nuestros ratones. Todos somos expertos, ingenuamente expertos. Y aunque existen formas más eficaces y educadas de usar Twitter, aunque tengamos más experiencia y/o sabiduría, al final de cuentas, cada quien hace de su cuenta en Twitter lo que quiera. Hay unas condiciones del servicio escritas con bits indelebles, unas normas básicas que seguir, pero los aciertos y los errores al usar la herramienta serán tuyos, de nadie más.

Yo abrí mi cuenta de Twitter @inti durante los primeros meses del 2007. Use el candado para proteger mis tweets durante muchos meses. Hasta que Twitter se transformo, o yo cambie. No sé muy bien que ocurrió primero, o si alguna de las dos cosas realmente pasó. Encontré que era más interesante participar de lleno en la conversación, y creo que no me equivoqué. Para tener éxito en Twitter definitivamente debes participar en la conversación. Twitter en sus inicios era para grupos de amigos que contaban las cosas que ocurrían en sus aburridas y cotidianas vidas. Usábamos la albahaca y la canela para darle sabor y color, a los días repetidos y las acciones infinitas. Como puedes imaginarte eran años de mucha intimidad: entrar a tu timeline era como escaparse de clases durante el bachillerato, con tus mejores amigos, para tomar anís, hablando de novias inexistentes. Éramos un pueblo al sur de Facebook. Vinieron los plurkeros, gritaron y se fueron (o quedaron). Vinieron manadas de moralistas a criticarnos, para volver dos años después con amnesia. Vinieron nuevos amigos. Inventamos el RT, el reply. No existían los Follow Fridays y si te seguían más de 100 personas eras más popular que el novio de Demi Moore (nunca recuerdo su nombre). Eran tiempos salvajes, un hombre lobo se mataba con una bala de plata, y un vampiro era un vampiro, no un adolescente tonto que puede ver la luz del sol. Twitter era nuevo y no servía para nada, pero cómo nos tenía hipnotizados.

Los años 2008 y 2009 Twitter se hizo grande. Nos sorprendió a todos: nuevos y extraños. Y aquello que nosotros pensábamos que era un club del cual la primera norma era no hablar de él, pasó a ser, lo que estaba destinado a ser: Una red de información en tiempo demencial. . Estos fueron los años en que Twitter compro el cable gigante para darle electricidad a la licuadora. Fueron años de intensa actividad ballenera. Los técnicos se enfrentaban a un monolito infinito de usuarios hambrientos. Todos queríamos comer procesos. Llegaron los artistas, Twitter salió en E!, el novio de Demi Moore fue más popular que todos nosotros sumados multiplicados por 3,14. Se rompieron las barreras, entro todo aquel que deseaba entrar. Se escribieron libros, se hicieron listas de usuarios recomendados. Estábamos de fiesta tomando vodkas como locos recomendando todos los viernes a nuestros mejores amigos.

Luego llegó el 2010 y la fiesta perdió el frenesí y el sexo salvaje. Todo era más ordenado, rediseñado. Aunque cada quien podía hacer con su Twitter lo que le diera la gana, el sentido común había ganado la guerra. La licuadora estaba completa. Llegaron las masas y todo aquel pueblo pequeño fue invadido por el Woodstock virtual de millones de aficionados, todos querían rock, los nuevos y los viejos. Nos organizamos, le dimos la bienvenida a las compañías, a los medios de comunicación, a los últimos que llegan a todos lados. Un día determinado apagamos la luz, pusimos a volar a la ballena, y el rock comenzó a sonar. Y desde entonces no ha parado. A veces suena duro, otras veces parece el rumor de un bosque lejano. Pero allí está, acompañándonos en cada esquina de la gran megalópolis en que se ha convertido Twitter.

Twitter en los primeros meses del 2011 se convirtió en un medio de comunicación muy importante en las revueltas del norte de África y Medio oriente. Yo siempre he pensado que Twitter es un acelerador, no es el protagonista de los hechos, simplemente se encarga de acelerarlos, y por algo muy simple de explicar. En menos de 20 segundos podemos enviar UN mensaje, que puede ser leído por millones de personas. No hay que imprimir ese mensaje millones de veces en papel, no hay que enviar millones de mensajes de texto por celular, no hay que reunir a millones de personas en un mismo lugar para que nos escuchen. Es más fácil, más sencillo, más eficiente. Se escribe una vez, son pocos caracteres y puede ser leído rápido por 10, 50, 100, 1000 o millones de personas. Y solo gastamos 20 segundos en crearlo. Por esta razón Twitter acelera procesos que llevaban mucho tiempo dormidos. Permite que empresas puedan crecer e informar más rápido. La información se mueve más rápido y de forma descentralizada.

Twitter es un acelerador. Twitter es la licuadora. Twitter son blogs, son listas, escritores, músicos que deben volver, periodistas, medios, amigos, son recetas en 140, son nombres sanfelipeños, dioses, RTs, Trending Topics, Follow Fridays, presidentes, ciudadanos… Twitter es el pulso del pensamiento de la humanidad.

Pero por sobre todas las cosas, Twitter es la albahaca y la canela.

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