Identidades corporativas. Tanto o más importante que sus productos, la imagen de cualquier compañía torna vital no sólo en términos de reconocimiento o distinción, sino también en la impronta de ideas. Subconscientemente acabamos asociando entidades a conceptos con los que estaremos más o menos de acuerdo, lo que acaba determinando nuestra relación para con las mismas.
El MIT Media Lab es un departamento dentro de la Escuela de Arquitectura y Planificación en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, de enorme popularidad en los 90 gracias a importantes invenciones en el campo de las redes inalámbricas y la navegación Web. Si lo citamos en el marco del párrafo introductorio no es sino por su recién rediseñado logo, que pasará a la historia como el primero dinámico en base a un algoritmo.
La fórmula de marras se encarga de combinar tres formas simples y 12 colores, dando lugar a más de 40.000 variaciones. A cada miembro del equipo se le asigna un logo concreto, si bien todos permanecen unidos bajo el mismo sello dada la similitud esquemática de las variantes.
El diseñador, Richard The, explica su creación:
Cada una de las tres formas representa una contribución individual. La forma resultante es consecuencia de ese proceso: la constante redefinición de lo que los medios y la tecnología significan hoy en día.
MIT Media Lab Identity, 2011 from readyletsgo on Vimeo.
Habrá quien piense, pese a todo, que semejante amalgama pueda resultar confusa, poco práctica. Renombrados diseñadores opinan lo contrario. The Next Web ha preguntado a Duane Kinsey, de Logobird:
Creo que las mismas reglas pueden aplicarse a toda identidad corporativa, con independencia de su dinamismo. Detrás de cada exitoso diseño necesitas un concepto bien elaborado. Sin él, estará condenado al fracaso. Así que sí, una identidad dinámica puede obstaculizar el asentamiento de marca, pero lo mismo podemos decir de las de tipo estático.
En el caso de MIT Media Labs, el hecho de que un algoritmo genere 40.000 variaciones de un logo en hasta 12 colores es muy innovador. Más aún que cada empleado pueda reclamar uno propio a través de una interfaz web.
¿Triunfará esta vanguardista idea? De una forma u otra, seguramente acabe siendo ejemplarizante en futuros mamotretos sobre identidad corporativa.