Reggie Fils-Aime, Presidente de Nintendo América, siempre se ha caracterizado por su histriónico carisma. Desde que ascendiese a las altas esferas se ha vuelto más comedido, lo que no le impide dejarnos alguna que otra perla declaratoria cada cierto tiempo. El mandamás ha hablado del mercado del juego móvil, criticando el bajo precio del software para smartphones como una "amenaza a la industria":

Creo que uno de los grandes riesgos a los que se enfrenta nuestra industria actualmente es el de los bajos precios de los juegos cual aplicaciones, irresponsables de cara al consumidor. Algunos de esos juegos se venden a uno o dos dólares más de lo que les correspondería, aunque esa es una historia diferente.

Como se intuye en esa última apreciación, Fils-Aime denuncia no sólo los bajos precios, sino también la ínfima calidad que presenta esta clase de títulos:

Angry Birds es la excepción que confirma la regla. Es una gran experiencia, pero sólo una en comparación con las miles que se venden a un dólar y que pueden terminar extendiendo la mentalidad de que todos los juegos deberían ser vendidos a tales cifras.

Normal que exista preocupación directiva ante unos cartuchos de 3DS que se estiman superiores a los $50. ¿Cómo competir con joyas adictivas como Cut The Rope a poco más de ¢99?

Resulta reprobable que se intente determinar la validez de un título por su precio, máxime cuando ha sido la propia Nintendo quien intoxicó el mercado dando vía libre a infinidad de juegos casuales. Productos que no se vendieron por "uno o dos dólares" más de lo debido, sino por hasta el triple de su valor real.

Sí, estoy de acuerdo con Reggie en que muchas apps jugables están devaluando el listón cualitativo de nuestro sector, pero también entiendo que su denuncia no es legítima, pues Wii y DS han sido las primeras en estandarizar la bazofia electrónica durante estos últimos cuatro años.

¿Quién ha hecho más daño pues?

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