Hasta hace no mucho, que una máquina de videojuegos alcanzase los cuatro años de vida era sentencia de muerte. Algo cambió de la mano de Playstation 2 y un ciclo que, sorpresivamente, sigue vivo a duras penas muchos años después de su lanzamiento. Dice Sony que quiere una Playstation 3 con otros 10 años por delante y Microsoft parece dispuesta a seguir su ejemplo, dejando que sea Nintendo quien dé el primer paso al ser su tecnología la que peor ha envejecido (si es que no nació ya así).

¿Es necesario dar el salto a la próxima generación de sistemas de entretenimiento tras cinco largos años? Por primera vez en la historia ni usuarios ni comunidad de desarrollo responderían afirmativamente. -Estamos bien como estamos, corean todos al unísono. Y no lo aseveran con tal rotundidad únicamente por los nuevos sistemas de control por movimiento.

Sí, Kinect y Playstation Move (el primero en mayor medida que el segundo) garantizan un soplo de aire fresco que se extenderá a lo sumo un par de años, pero la aceptación del techo gráfico actual también es muy determinante para que podamos seguir jugando con los mismos mandos por bastante tiempo más. A nadie se le escapa que una temprana nueva ristra de consolas difícilmente conseguiría sorprender, mejorando nimiamente lo ya visto.

¿Cuál es el siguiente paso pues? Sólo el fotorrealismo podría abrir bocas a estas alturas, algo que aún tardará muchos años en alcanzarse según deducimos del propio John Carmack. El programador (uno de los más grandes gurús técnicos de la industria) ha desvelado encontrarse inmerso en la investigación de nuevas tecnologías gráficas, sin grandes resultados:

Los juegos hoy día lucen increíbles, pero hay unas cuantas cosas por mejorar. No podemos hacer un buen trabajo de renderizado con las técnicas actuales, así que es más una cuestión de equilibrar el proceso de desarrollo. Tenemos que ser reactivos a las tendencias del hardware, hay aún mucho trabajo que hacer en el campo del renderizado offline, aunque no creo que debamos reelaborar drásticamente nuestra arquitectura gráfica. Sí, estoy inmerso en la investigación de la tecnología de la nueva generación, pero por ahora está resultando inconcluyente.

Carmack reconoce sin embargo que el trabajo con que se encuentra más emocionado nada tiene que ver con los gráficos, sino con el manejo de datos y la planificación del proceso de desarrollo, factores que no precisan necesariamente renovación alguna.

Otro grande, Ken Levine (Bioshock) ha salido hoy a la palestra para ratificarlo:

En este punto no tengo deseo alguno de ver nacer una nueva tanda de plataformas, ni como desarrollador ni como usuario. La conectividad es una de las claves de esta generación, que nos depara aún numerosas e interesantes actualizaciones. Esperaría de cuatro a cinco años hasta la próxima, cuando nos encontremos inmersos en un ciclo suficientemente justificado.

Las editoras también están de acuerdo. Decía Biran Ferrell, CEO de THQ, que una revisión ahora mismo sería poco menos que catastrófica:

La última cosa que necesita la industria ahora mismo es nuevo hardware, no sólo los juegos actuales lucen lo suficientemente bien sino que máquinas aún más potentes de $1000 y presupuestos cada vez más abultados, acabarían desestabilizando el sector. ¿Mejores gráficos? Son condenadamente buenos ahora. ¿Mejor sonido? No. ¿Jugabilidad? Probablemente no. Creo que los juegos están evolucionando en la buena dirección. Mejores experiencias de juego, historias más elaboradas, personajes más carismáticos, valores de producción cada vez más cercanos a los del cine. Esa es la dirección, más que la mejora tecnológica y gráfica. Esos días han pasado.

Como usuario no puedo estar más de acuerdo con todas y cada una de estas apreciaciones. Que el siguiente paso no consista únicamente en nuevas iteraciones franquiciadas en el marco de arquitecturas de estreno. Tenemos que ponérselo difícil a los estudios, obligarles no sólo a perfeccionar sus envoltorios, sino también narrativa y jugabilidad. Que sientan que el único camino posible a seguir es el de la originalidad en concepto. Sólo así saldremos todos ganando: videojugadores, creadores y monetizadores.

Ahora bien, como apunta Michael Pachter, si Nintendo decide revisar significativamente su sistema de sobremesa tampoco le vamos a decir que no.

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