Esta mañana, mientras discutía con un amigo sobre el saldo de los Oscar, la conversación ha derivado en el tiempo que hace falta para que una película de animación sea reconocida como Mejor Película. Como sabemos, a las vacas sagradas del cine no les convence que un dibujo animado les robe cámara -- y mucho menos, que una cinta de este género sea considerada como la mejor del año. Ejemplos de calidad sobran, empero, la Academia se muestra reacia a darle a la animación un reconocimiento por el que ha peleado desde hace buen tiempo.

Al mismo tiempo, me ha asaltado una duda: ¿cuánto tiempo falta para que la Academia reconozca a los actores de voz? Si las cintas de animación van rezagadas en la competencia por la estatuilla, éste es un arte que pasa desapercibido para la gala. De golpe, no me viene a la mente ningún actor que haya sido nominado por su trabajo en una película de este rubro. En un recuento hipotético, Comics Alliance señala a grandes como Robin Williams (Aladdin, 1992), Tom Hanks (Toy Story, 1994), Johnny Depp (Corpse Bride, 2005) o George Clooney (Fantastic Mr. Fox, 2009). En mi caso, yo recuerdo mucho a Mike Myers en Shrek (2001) o a Jerry Seinfeld en Bee Movie (2007).

El trabajo de un actor de voz es muy serio y riguroso. En Estados Unidos es una industria que se respeta mucho, con consagrados que se preparan para dar voz (y vida) a los personajes animados. Además, existe todo un grupo de actores no tan reconocidos pero muy disciplinados que toman su tarea con todo el profesionalismo. Ni se diga en América Latina y España, pues a reserva del debate entre si una cinta debe doblarse o mantenerse en su idioma original, es innegable el esfuerzo y dedicación con el que se encara esta profesión. Por esta razón, enfada que, muy a menudo, se tomen decisiones inverosímiles de invitar a un neófito sólo por arrastre de taquilla. Pero ése es otro debate.

Si las cintas animadas se esfuerzan en fichar a grandes figuras para cubrir estos papeles, ¿por qué la Academia nos los reconoce? Por desgracia, ser actor de voz se sigue viendo como el patio de recreo, en el que una estrella de renombre supuestamente se da el lujo de descansar del trajín de una filmación "seria". Error. Ésta es una actuación más, e incluso, con un grado de complejidad bastante alto dada la cantidad mínima de recursos histriónicos con la que se cuentan. El actor debe usar sólo su voz para perfilar un personaje, dotarle de una personalidad atractiva y hacerlo memorable, ¿no es suficiente mérito?

Yo pronostico que la Academia se tardará, cuando menos, un par de décadas más en reconocer a un filme animado como mejor película. Por desgracia, no le veo un panorama tan halagüeño a los actores de voz. Sería una excelente idea abrir un rubro en las nominaciones, así como la animación se ganó su propio galardón con tanto esfuerzo. Y no sólo en la Academia, sino en otros frentes. Que este género se enfoque primordialmente a lo infantil o lo cómico no lo exime de profesionalismo. Porque, les aseguro, hacer inolvidable a un personaje no lo logra cualquiera.

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