En 1946 una persona fue usada como elemento de experimentación para conocer los límites de tolerancia de los humanos a las ráfagas de viento. Las pruebas se hicieron en el tubo de viento de alta velocidad del Centro de Investigación de Langley.
El límite, aparentemente, está en torno a los 700 kilómetros por hora. Es decir, si sacaras tu cabeza por la ventana en un avión comercial en velocidad crucero (que por lo general vuelan más rápido) probablemente termines destrozándote la cara.
Vía: CGR