Debo confesar que cuando leí Un mundo feliz no me pareció gran cosa. Me gustó, pero no me encantó, a pesar de que soy fan de Aldous Huxley. Quizás tuviese expectativas demasiado altas antes de tenerlo entre mis manos, pero no deja de ser cierto que no me pareció una maravilla. A pesar de mi opinión personal, debo reconocer su importancia dentro de la literatura moderna, tanto por el modo en que está escrita como por haber antecedido a 1984 y Fahrenheit 451 por más de 15 años, siendo una de las primeras grandes distopías de la ciencia ficción. La novela, además, versa sobre la manipulación de masas, el control mediático y toda una serie de características de nuestra cultura actual, por lo que su lectura es más que útil. Y al parecer a algunas les personas el libro mucho menos que a mí, al punto que lo prohibieron.

La historia es así: aparentemente, en las preparatorias de Estados Unidos, tienen Un mundo feliz como lectura obligatoria. Pero en Seattle, una chica y su madre, ambas nativas, se ofendieron. ¿De qué, me dirán, si conocen el argumento de la novela? Según la madre de la estudiante, la novela:

"Posee lenguaje ofensivo y desinforma sobre la cultura nativo americana. Además de los errores culturales y de los estereotipos, el libro carece de valor literario que sea relevante a una sociedad contemporanea multicultural".

Hay dos puntos aquí. Primero, el hecho de que se hayan sentido ofendidas. A ver, lo curioso es que la visión que se ofrece en la novela de la cultura indígena americana no es para nada negativa: todos los términos discriminatorios son hechos por miembros de la cultura enferma y reprimida del futuro descrito por Huxley, persona de hecho muy afín a la cultura nativa y algunas de sus costumbres. Es más, se puede inferir de la novela la visión de los nativos como personas mucho más sanas que los miembros de esa cultura caracterizada por el consumo de soma (que no tiene mucho que envidiar al consumo actual de algunas píldoras recetadas por psiquiatras como si fuesen caramelos).

Cuando hace no muchos días nos planteamos si era correcto o no que Amazon dejase a la venta un manual de pedofilia, que se quite de las escuelas una excelente novela porque dos personas la malinterpretaron es preocupante. La escuela emitió el siguiente comunicado, en respuesta al pedido, tras quitarlo de la lista de lectura obligatoria y recomendar que no se lea:

La insensibilidad cultural manifestada en la novela la hace inapropiada para la currícula de décimo grado.

A ver, de nuevo, que se denomine a los nativos como "salvajes" en reiteradas ocasiones a lo largo del texto es una muestra de la visión que plantea Huxley del futuro, nada más que eso. Pero basta con la discriminación, lo peor de todo es que, envalentonada por la victoria obtenida, Sarah Sense-Wilson (así se llama la madre) va por más y anunció por radio que pretende conseguir que se quite el libro de todas las escuelas y bibliotecas públicas del Estado. De acuerdo a la mujer, el libro carece de todo valor literario y, además, asegura:

A la mayoría de los chicos con los que hablé el libro no les gustó, así que ni siquiera creo que la novela tenga lectores en las bibliotecas.

Discúlpenme, pero me he quedado sin palabras: OMFG. Confesé que a mí no me había gustado mucho la novela, pero pedir que se quite justamente este libro de las escuelas y bibliotecas es demasiada ironía para mi gusto, sobre todo utilizando la discriminación como argumento. A mí tampoco me gustó mucho El Principito, ¿lo prohibimos? Comenten y cuéntennos qué libro no les gustó y en cuál algún personaje pueda haber dicho algo que los haya ofendido. Desde aquí hacemos una lista y lo enviamos a las autoridades solicitando una gran quema de libros, ¿qué les parece?

Vía: Seattle Weakly

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