La aparición del Magic Trackpad de Apple ha revivido la polémica sobre cuándo morirá (y quién matará) el ratón de los ordenadores. Me ha encantado la proyección a futuro de Elías, quien argumenta que el ratón será sustituido de forma general en la mayoría de las computadoras, pero que sobrevivirá gracias a un nicho muy específico. Sin embargo, yo no pienso que la muerte de este dispositivo vaya a ser tan fácil. Pero vamos por pasos.

El cambio del ratón hacia la tecnología táctil corresponde a un fenómeno de corporización. Como ya les platicaba hace poco, la corporización es el tipo de relación tecnológica en la que el ser humano busca que los artefactos que vuelvan cada vez más transparentes, sin sacrificar la potencia añadida de un instrumento. En este sentido, ¿qué hay más transparente para tocar lo virtual que nuestras propias manos?

El ratón, el primer artefacto apuntador para el ordenador, funciona de tal manera que captura el movimiento del desplazamiento sobre una superficie y lo replica en la pantalla. En un inicio, el ratón funcionaba mecánicamente, con una bola de plástico que generaba impulsos que eran traducidos por la computadora como desplazamientos del puntero. Después, por la necesidad de añadir mayor precisión entre movimiento-respuesta - es decir, mayor transparencia – se empleó tecnología óptica y de láser para registrar el movimiento. Para registrar una acción (hacer clic), se apretaba uno de los dos botones del ratón, y de este modo, el puntero 'presionaba' el objeto dentro de la pantalla.

Con la aparición de las computadoras portátiles, el ratón se sustituyó por el touch pad. Este dispositivo consiste en un panel que captura el movimiento de los dedos del usuario y lo replica en la pantalla. De este modo, si el usuario desplaza su dedo en determinada trayectoria, el puntero debe moverse hacia la misma dirección, obedeciendo a los impulsos digitales recibidos. El siguiente paso fue la pantalla táctil, en la cual el usuario presiona 'sobre' el objeto. Con esta tecnología, el usuario manipula lo que está 'dentro' de la pantalla. De esta forma, la pantalla táctil se acerca a la transparencia debido a que la tecnología se hace invisible, brindando la sensación de tocar un mundo intangible.

La trayectoría tecnológica apunta a que nuestros dispositivos serían eventualmente sustituidos por dispositivos que privilegien el toque. Sin embargo, el deseo de tocar lo virtual no es el único que está involucrado. También está la potencia de la precisión. Es por esta razón que concuerdo con Elías que el ratón se reducirá a labores concretas, donde la exactitud sea más importante que el tacto. A propósito, pienso en por lo menos dos actores que serán determinantes en el futuro: los diseñadores y los videojugadores.

No sería la primera vez que los gamers tuvieran un rol fundamental en una adopción tecnológica (¡Blu-ray, ahí te llaman!). La industria deberá contemplar esta tensión para definir cuál es el camino final que tomarán. Un buen ratón es capaz de traducir un movimiento en el mundo real en una acción de precisión milimétrica. Después de todo, una de las funciones primordiales de los instrumentos es potenciar nuestras capacidades humanas, traspasando nuestras propias limitaciones corporales. ¿Cuál de las dos triunfará en el mercado? Difícil saberlo ahorita, pero por lo pronto, gocemos de nuestra nueva facultad de tocar lo intangible.

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