Hace poco hablábamos de la importancia cada vez mayor de simular en superordenadores muchos sucesos que ocurren todos los días y trasladarlos a un mundo virtual, es decir, estudiar la realidad y recrearla lo más fielmente posible para experimentar y para encontrar patrones que nos permitan anticiparnos a crisis económica o desastres humanitarios, por ejemplo. Es más o menos de lo que se pretende con el The Living Earh Simulator.

Sin embargo este tipo de analogías pueden llevarse un poco más allá. Varias compañías están empezando a dar los primeros pasos para intentar trasladar a un estado virtual no el mundo que nos rodea, sino nosotros mismos. Se trata de hacer una copia digital de todo nuestro cerebro y luego trasladarla a un avatar o a un robot, por ejemplo, al que le gustarían las mismas cosas, le interesarían las mismas cosas y se comportaría exactamente igual que nosotros.

Suena casi a tópico de ciencia-ficción y de hecho no hace falta más que echarle un vistazo a Battlestar Galactica o a Zoey Graystone en Caprica para darse cuenta de que la idea no es precisamente nueva. El proyecto Lifenaut ha nacido con la intención de recrear avatares que se parezcan a una persona lo máximo posible, la meta es llegar a un nivel de exactitud tal que no podamos diferenciar si estamos hablando con el avatar o con la persona real. Y puede parecer una broma y suena un poco a timo pero de hecho ofrecen un servicio que por $1 dólar al día almacenan en nitrógeno líquido a -190 ºC de manera indefinida (bueno, supongo que mientras sigas pagando) tus células y tu información genética para poder implantarla en un robot humanoide cuando la tecnología esté disponible.

Supone en el fondo una forma curiosa de inmortalidad porque a efectos prácticos serías el robot humanoide (o cylon si lo preferís) sería exactamente igual que tú por lo que serías la misma persona, clones, pero el nivel de consciencia obviamente no se traspasa con lo cual una vez muriésemos continuaríamos 'vivos pero sin estarlo'. La tecnología para que esto ocurra todavía está a bastantes años, demasiados me atrevería a decir, de distancia, pero es interesante observar como cada vez más compañías empiezan a interesarse por este tipo de tecnología.

Es un campo que tiene también muchísimas aplicaciones para la robótica, uno de los campos pendientes, aunque se han hecho grandes avances en el de la apariencia y el de los movimientos es el de emular los comportamientos y la complejidad del intelecto humano, puede que falte tiempo, pero no dudo que llegará algún día en el que lo consigamos.

Vía: New Scientist | Foto: Republica Virtual