En nuestras novelas y películas distópicas favoritas hay un escenario que se repite: las grandes corporaciones dominan el mundo, nada puede hacerse sin su beneplácito. ¿Es en nuestras novelas y películas, verdad? ¿Estamos seguros de que no está ocurriendo ahora? Al parecer hay informaciones —de primer orden, en plan CBS y Huffington Post— de que los guardacostas estadounidenses están ayudando a empleados de BP a impedir que los medios se acerquen a, filmen o documenten de cualquier manera el derrame de crudo del Golfo de Mexico.

El problema no es que los guardacostas impidan el acceso a las zonas afectadas: las razones para ello pueden ser muchas, la mayoría de ellas sensatas. Puede no ser seguro, pueden no querer alarmar a la población antes de tener datos confirmados y finales... El problema es que cuando reporteros de la CBS preguntaron a los guardacostas por qué razón no podían acceder a la zona en cuestión, su única respuesta fue «Son reglas de la BP. No nuestras

Evidentemente este es un problema que afecta a los estadounidenses: es su soberanía la que se está cediendo a favor de los intereses de una empresa privada, y es la libertad de expresión en su territorio —ya bastante maltratada por la PATRIOT Act— la que está en entredicho. Pero también es representativo de una tendencia que llevamos mucho tiempo viendo: se anteponen los intereses de cualquier empresa privada a las de los ciudadanos

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