El periódico británico The Guardian ha hecho una interesante recopilación de comentarios acerca del crecimiento y popularización de la ciencia en los últimos años. La práctica científica, hasta hace tiempo asociada con investigadores medio chiflados aislados en el rincón más recóndito de un laboratorio, ha sufrido un cambio importante en la percepción general. La ciencia, poco a poco, va ganando adeptos entre las filas de la opinión pública. ¿Estamos ante el surgimiento de una nueva época dorada?

Brian Cox, físico del CERN, apunta que la magnitud de proyectos como el Gran Colisionador de Hadrones, o la belleza de las fotografías de la misión Cassini, provocan un cambio de actitud respecto a la práctica científica. El mundo de la ciencia se ha hecho tangible gracias a estos instrumentos. Este reconocimiento del mundo real - desde una partícula subatómica hasta una galaxia entera - es mucho más rico, bello y satisfactorio que los espejismos que vende la pseudociencia.

El astrónomo Martin Rees coincide en este punto: tanto la exploración espacial como la investigación del Colisionador de Hadrones ha ampliado la conciencia pública acerca de los misterios elementales del universo - macro o micro. Sin embargo, Rees apunta que otra de las razones por las que la ciencia despunta en la opinión pública es la imperante necesidad de conseguir el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria global. La agricultura sustentable, las amenazas a la biodiversidad, o la escasez de agua provocan que la población gire a la ciencia como una fuente de soluciones.

Alok Jha, divulgador científico, apunta que el uso de Internet ha tenido mucho que ver en esta nueva perspectiva en torno a la ciencia. La discusión de ideas se ha hecho mucho más accesible, ya que los mismos científicos pueden difundir su trabajo o debatir sus investigaciones a través de blogs o sitios web, sin las limitaciones que imponen los medios convencionales. Twitter, Facebook u otras redes sociales también han puesto su grano de arena, ya que fomentan la creación de redes y la divulgación del conocimiento entre diferentes públicos.

El artículo del Guardian incluye otras opiniones interesantísmas, en las que se destaca el papel de la comedia televisiva, la traducción de la ciencia del inglés a otros idiomas (¡y viceversa!), o la tendencia social hacia el escepticismo. Sea cualquiera de estas razones (o la combinación de todas), el mundo arropa la práctica científica, está ávido de avances tecnológicos, y la enaltece en lugar de desacreditarla. La ciencia ha dejado de parecer un tópico extraño, y se convierte en algo cotidiano, manejable y entendible, en parte del imaginario social y de la charla del día a día. Ahora resta que el tiempo convierta esa aprobación en semillero.

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