El impulso científico en México sigue dando de qué hablar. Si hace una semana se aprobó la creación de la Agencia Mexicana Especial, la nota de estos días es la inauguración del laboratorio de bioseguridad BSL-3. En palabras del secretario de Salud de México, José Ángel Córdova, el BSL 3 "[servirá] para poder atender y prevenir acciones de bioterrorismo y amenazas biológicas".

El laboratorio fue creado como parte de una red de bioseguridad entre los miembros del TLCAN (léase, el trío Estados Unidos, México y Canadá). Aunque México no esté bajo una inminente amenaza bioterrorista, no hay que perder de vista que el país representa la puerta de entrada más vulnerable a Estados Unidos. Para EE.UU., es importante cuidar todos sus frentes, y en este caso, México representa una frontera que debe estar resguardada al máximo.

Pero dejemos de lado las especulaciones conspiratorias: como apuntan en Vivir México, un laboratorio de este tipo no tiene que dedicarse solamente a prevenir un ataque bioterrorista. También están las amenzasas internas que enfrenta México en términos de salud: los casos de tuberculosis, SIDA, Mal de Chagas, dengue, entre otras; así como las infecciones a animales y plantas que representan un peligro para la biodiversidad o la seguridad alimentaria.

Además, ena instalación de bioseguridad también abre oportunidades para los científicos mexicanos, que encontrarán en el país un lugar para especializarse en la prevención, detección y combate de amenazas patógenas. La epidemia de AH1N1 evidenció la necesidad de contar con un organismo de rápida respuesta, capaz de reaccionar de forma eficaz en la deteccion de brotes y en el desarrollo de vacunas. Aunque falta poco para que se termine la alerta nacional por AH1N1, nunca está de más la precaución extra.

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