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Hace 40 años se producía uno de los hitos más importantes de todos los conseguidos por el ser humano: los astronautas Neil A. Armstrong y Buzz Aldrin pisaban la superficie lunar. Esta parte de la historia es bien conocida por todos, lo que se desconoce un poco más es el esfuerzo, en diversos campos, que la NASA tuvo que hacer para llegar a conseguir semejante hazaña.

Uno de los puntos más críticos que tenían que superar antes de enviar astronautas a la Luna era entrenar a estos en las maniobras de aterrizaje con el LEM (módulo lunar). Armstrong y Buzz contaban con muchas horas de vuelo sobre sus espaldas, pero jamás habían aterrizado una máquina tan compleja y muchos menos con escasa gravedad. Hacía falta pues algún tipo de vehículo que fuera similar al módulo lunar y que también simulara las condiciones de aterrizaje con las que se toparían los pilotos en el satélite.

Tras barajar varias opciones, se decidió que lo mejor era crear un vehículo de vuelo libre. Dicho y hecho. En el año 1964 los dos primeros vehículos (ambos idénticos entre si) que replicaban el compartiendo del LEM estaban listos para ser probados. El nombre que le dieron a los mimos fue Lunar Landing Research Vehicle ó LLRV.

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Los LLRV tenían una forma similar a la de un somier de cuatro patas (por lo que los astronautas se referían a ellos también como somier volador) y estaban construidos en aluminio. Contaban con un moto central General Electric CF700 2V que permitía elevar el aparato a una velocidad máxima de 17,9 metros por segundo y simulaba las condiciones de vuelo en gravedad lunar (una vez alcazaba la altura deseada la potencia del motor descendía pasando a soportar sólo cinco sextas partes del peso total del vehículo). El CF700 2V era su motor principal (con casi 2.000 kilos de empuje), pero contaba con otros dos motores de peróxido de hidrógeno que permitían controlar la tasa de descenso así como otros 16 motores más pequeños (también de peróxido de hidrógeno).

Los LLRV fueron un éxito absoluto, aunque tres de los cinco que se fabricaron se destruyeron en accidentes y en más de una ocasión los pilotos usaron el asiento eyectable, por ejemplo Armstrong. Tras quedar probada su eficacia, se mandaron construir tres LLTV (Lunar Landing Training Vehicles), que junto a los dos LLRV fueron las naves que conformaron el grupo para entrenar a los pilotos lunares.

Este solamente es uno de los muchos ejemplos que podemos poner para ilustrar lo que costó llegar y pisar la Luna. En este caso crearon una serie de máquinas totalmente nuevas con el único fin (no por ello menos importante) de entrenar a los astronautas en las maniobras de aterrizaje en la Luna. Para concluir me quedo con unas declaraciones de Armstrong en las que dijo que la misión Apollo 11 no hubiera tenido éxito sin los entrenamientos realizados en la Tierra con los LLRV y LLTV (que le costaron a la NASA aproximadamente cuatro millones de dólares).

Fuentes: Lunar Landing Research Vehicle (LLRV) Photo Gallery Contact Sheet | Apollo LLRV | NASA Dryden Fact Sheet - Lunar Landing Research Vehicle

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