Nuestro primer VHS entró en casa por allá por el año 89. Era un JVC, que al parecer, en aquella época era la marca de moda para todo lo que tuviese que ver con vídeo. "2 cabezales" resaltaba entre las características de un aparato que nos hizo peregrinar hasta un sitio al que por la época, cada vez más gente frecuentaba: el videoclub.

Los videoclubs comenzaron siendo pequeños lugares llenos de coloridas portadas, con una trastienda en la que estaban las cintas acomodadas por un código. Luego venían las reglas estrictas de devolución y el recargo que soplaba el dependiente si uno devolvía tarde la cinta. Y después llegó la masificación, los videoclubs crecieron, empezaron a utilizar sistemas computarizados e incluso se podía devolver la película a cualquier hora del día.

Llegó el DVD acompañado por los videojuegos, y esos enormes videoclubs los asimilaron sin problema. Pero "a cada cerdo le llega su San Benito", y llegaron internet y el Pay Per View; y sobre todo, surgieron modelos de alquiler mucho más cómodos y baratos. Cayó Blockbuster en España, evidenciando que esos enormes locales no se pueden sostener en base a alquileres de 4 euros por película, que los videoclubs ya no son un buen negocio.

Enlace: Historic ‘Blockbuster’ Store Offers Glimpse Of How Movies Were Rented In The Past | Vía: Digg

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