Lo de Antonio Gilipollas Caraculo fue sólo el principio. Parece que los enfadados y explotados trabajadores de las compañías han iniciado una revolución tan silenciosa como soez, dándole en donde más les duele: los clientes. Ahora la siguiente víctima es alguien que ni siquiera es cliente de Jazztel, y no creo que lo sea nunca. En su contestador un teleoperador dejó un hiriente mensaje. La explicación en un post, con disculpas de la empresa incluída.