Nunca he tenido claro que la pena de muerte sea la mejor manera con la que alguien puede pagar los delitos que haya cometido, sean del calibre que sean. De todas formas, tal y como publicaba hace unos meses, se trata de una práctica que todavía se lleva a cabo en 128 países de manera total o parcial.

Hoy se celebra el Día Internacional contra la Pena de Muerte y Amnistía Internacional sigue haciendo un llamado ante la sociedad para que haya un planteamiento generalizado respecto al tema. La ONG ha aprovechado el día para actualizar unas cifras que resultan preocupantes: el año pasado se ejecutaron a 1.591 y se condenaron a otras 3.861. Por países, los números son bastante esclarecedores:

El informe de esta organización también confirma que el 91% de todas las ejecuciones de las que se tuvo noticia en 2006 tuvieron lugar en China (al menos 1.010; otras fuentes elevan la cifra a 8.000), Estados Unidos (53), Irán (al menos 177 y entre ellos cuatro menores), Pakistán (82), Irak (al menos 65) y Sudán (al menos 65).

Además, y según estimaciones, el número total de habitantes del corredor de la muerte en todo el mundo está entre 19.185 y 24.646 personas. Está claro que es complicado dar un número en concreto, sobre todo porque hay países en la lista de los ejecutores que camuflan muy bien el dato, a riesgo de ser sancionados a nivel internacional.

Preocupa que incluso en la única democracia occidental que reconocela pena de muerte, haya graves casos de personas que han pasado 10 años condenados a muerte, para luego demostrar su inocencia y librarse por poquito de la amarga condena. No quiero yo pensar en lo que puede pasar en países con una imagen poco democrática.

Enlace: Más de 1.500 personas fueron ejecutadas en todo el mundo en 2006

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