Estoy harto. Sí, muy harto del concepto cada vez más asfixiante del 2.0 y todo lo que conlleva: redes sociales para coleccionar contactos, el networking elevado al famoseo geek y sobre todo esos que por suscribirse a un servicio, escribir un blog, o hacer un videoblog en su habitación, ya se creen los amos del web 2.0.

Está claro que el famoso 2.0 no deja de ser un gran negocio para las compañías que como zombies nos arrastran a pulsar el botón de Suscribirse. Si hay que mejorar los servicios se mejoran como sea: Microsoft lo hace desde la creación de departamentos y Google se va por el lado fácil, la compra. Esto se refleja muy bien en el Quién es quién del 2.0 hecho por Amy Webb.

Deberíamos olvidarnos de tanto ángel inversor, clonar lo de fuera para conquistar dentro, tanto Ajax, tanta beta y sobre todo, hay que parar la venta de humo. Pablo Mancini lo puede decir más alto, pero no mejor:

Tener un canal YouTube, un Twitter o estar en Second Life, no es innovador. Lo siento. Innovador es crear esas aplicaciones, diseñar arquitecturas de comunidades y generar abundancia para redes. Innovador es ponerlas a disposición de un proyecto integral con sus particularidades, es decir, apropiarlas y rediseñar su uso. El periodismo no es ciudadano por usar un blog, ni el marketing viral por usar YouTube.

O seguramente hay que esperar a que reviente otra burbuja para que la gente pare con la bromita del 2.0. Despierten, seguimos en el 1.0 pero con las paredes pintadas de un color bonito.

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