Hoy se lleva a cabo el Debate del Estado de la Nación, o lo que es lo mismo: el presidente del gobierno Español defiende su gestión, y la oposición toma firme nota para sacar trapos sucios y contradecir las autoalabanzas del gobierno. Es una definición que se aplica año tras año, y este no iba a ser menos.

El presidente Zapatero ha hablado de los grandes avances que ha vivido España durante su mandato: más empleo, menos impuestos, más inmigrantes regularizados, descenso en el precio de la vivienda, más becas, nuevos derechos y economía sostenible. A grandes rasgos los números son buenos, pero no corresponden con la realidad que vive el país día a día.

Desde luego ha habido un gran titular: una ayuda de 2.500 euros para cada familia con residencia legal que tenga un nuevo hijo; sea natural, adoptado o acogido. Aunque desde luego no se ha dado en el momento adecuado, y ha quedado como una estrategia para llamar la atención y cerrar con broche de oro, el caracter triunfalista del discurso de hoy del presidente del gobierno.

Por su parte, la oposición no ha roto el guión y Mariano Rajoy ha cumplido con sus expectativas referentes a una visión caótica de la España actual y con la contradicción constante de todo lo dicho por el presidente por la mañana:

Rajoy acusó a Zapatero de presumir de una bonanza económica bajo la cual se esconden "cosas que no ha dicho", como la "inmigración masiva, el peor reparto de la riqueza... No es para estar orgulloso". "Tenemos problemas serios: la economía pierde capacidad, en educación estamos a la cola de Europa, tenemos un déficit exterior descomunal...", continuó.

Y por supuesto, no faltó el que lamentablemente es el tema estrella del juego político: el terrorismo y la guerra

En sus posteriores intervenciones, Rajoy reiteró que a Zapatero "le ha faltado gallardía y ha hecho mucha demagogia. Ha mandado soldados a Líbano y Afganistán y no ha querido decir que había guerra".

"No era usted quien exploraba a ETA; era ETA la que le exploraba a usted, y pactó con ETA para que Batasuna volviese a los ayuntamientos sin que se notara", aseguró.

Esto sin contar con el repertorio habitual sobre la fractura del estado español y la firme exigencia de que se adelanten las elecciones generales, a la vez que sigue cuestionando la capacidad de Rodríguez Zapatero para gobernar. Eso sí, Rajoy sabe muy bien hacerse la víctima a la hora de cerrar su discurso de la manera más dramática posible: "Su balance es tan pobre que da vergüenza (...); le aseguro que este es el discurso más doloroso de mi vida".

Desde luego, uno como ciudadano espera poder participar un día en uno de estos debates, porque está claro que a pie de calle no se sienten tantas maravillas, y mucho menos se comparte la visión de Rajoy, más preocupada por la rotura de su modelo de España, que por el bienestar de los ciudadanos que pretende algún día gobernar.

Imágenes: Diario ADN

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