Carlos Marín tomó la decisión correcta. Nadie, ni siquiera uno de los fundadores del diario, puede opinar en estas páginas que el periodismo que aquí se produce es miserable, corrupto, sin acompañar sus palabras con pruebas sólidas o con una carta de renuncia. Federico agredió el martes a MILENIO a partir de hipótesis y criterios morales pensando que tenía derecho a hacerlo y que la vida debía seguir como si nada hubiera ocurrido. Marín, el director, lo juzgó inaceptable y lo corrió.

Federico sabe que MILENIO enfrenta la presión recurrente de uno de los hombres más poderosos de México: uno con gran solvencia económica y logística para financiar y administrar sus embestidas. En la disyuntiva MILENIO -Andrés Manuel López Obrador, Federico nunca dudó en ponerse del lado de su líder político, en adjetivar a favor de su líder político. Y se le respetó. ¿Cuántos otros medios habrían hecho algo medianamente parecido?

Acusa a MILENIO con la vieja receta de la sumisión al poder, cuando, al menos en los últimos meses, él se puso al servicio de un poder millonario, poco transparente, intimidador, como es el lopezobradorismo.

Palabras de Ciro Gómez Leyva a quien le tenía profundo respeto antes de entrar a Televisa. Federico Arreola, periodista de quien he escrito en repetidas ocasiones en ALT1040, fue expulsado de Milenio.

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