Hace tres años, cuando los smartphones estaban empezando a popularizarse para el gran público, más allá del geek, Android estaba asomando la cabeza como rival para el iPhone (el 3GS en aquel momento), y como candidato a superar a los Symbian de Nokia como terminales de entrada para muchos usuarios a un dispositivo que hace algo más que llamar y que enviar SMS. 2010 fue el año en el que explotó WhatsApp y fue el motivo de muchos temerosos para, por fin, ver justificado el pago de una cuota para usar internet móvil: comunicarse de forma gratuita con amigos y familiares pesó más que poder usar el e-mail o navegar por la web para acelerar la penetración de los smartphones. Como sistema operativo presente en todas las gamas, y con todos los precios, Android fue el gran beneficiado de esa época, y empezó un crecimiento que le llevó a donde está hoy. Y por tanto, todos los fabricantes que lo montaban en sus terminales mostraban el logo de Andy estampado en sus publicidades, pues era el mejor atractivo que podían ofrecer.

2013 ofrece un panorama totalmente distinto para el sistema operativo móvil de Google. La presentación del Samsung Galaxy S IV es el último ejemplo, pero antes ya hubo varios. En el vídeo post-MWC de Eduardo Arcos y Mariano Amartino, también lo comentaban: es curioso comparar el MWC 2012 con el de 2013, y ver el punto en el que se encontraba entonces... Y en el que se encuentra ahora. Cuando el MWC se celebraba en Plaça Espanya, decenas de robots verdes gigantes llenaron el evento. Android era omnipresente. Este año, en Fira Gran Via, la presencia de Android no fue ni testimonial. Simplemente, no existió. Y uno de los motivos fue que las marcas que lo usan ocultaron su existencia.

Los fabricantes cada vez más y más quieren diferenciarse unos de otros, tanto a nivel de hardware (los rugerizados de Sony, los diseños vistosos de HTC, las pantallas enormes de Samsung...) como de software. Y aquí está la clave, en el software, en la capa de personalización que Samsung, Sony o HTC instalan en el terminal con la que desmarcarse de los demás. Y ahora se ha llegado a un punto en el que se huye de ofrecer 'Android', porque es lo que ofrecen los demás. Hoy Samsung nos ha dado el último ejemplo: ha mencionado una sola vez en una presentación de una hora a Android, ha presentado un buen puñado de aplicaciones que en algunos casos incluso sustituyen a nativas de Google (¿dónde quedó Google Car?). S Health, S Translate, Dual Camera, Sound and Shoot, S Voice, Group Play... Los esfuerzos en hardware, bandera de Samsung durante mucho tiempo, pasan a ser menos importantes en favor del valor añadido que ofrece con su software, al margen de que nos parezca que lo ofrece realmente o no.

Es uno de los peligros para Android. Las marcas lo siguen (y seguirán) instalando, pero ya no le dan la publicidad de antaño. Y las interfaces de usuario cada vez son menos reconocibles. ¿Qué tanto se parece el desbloqueo de un HTC con Sense 5 a un Nexus 4, o a un Sony Xperia Z, o a un Samsung Galaxy S IV? Así, el concepto 'Android' se comienza a difuminar, las marcas montan su propia versión. Anteponen fidelidad a la marca que al sistema. Y Android pierde protagonismo por parte de fabricantes a los que dio gran parte de lo que son hoy.

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