Windows 8, amado y odiado a partes igual. Cuando Microsoft finalmente presento su nuevo sistema operativo hace más de 18 meses, la empresa sabía que tendría que enfrentarse al gran problema de tener que luchar contra el cambio. Y es que debían dejar de lado el modo en que habían venido haciendo las cosas hasta ahora, para hacer un lugar a una nueva interfaz totalmente adaptada a los tiempos que corren. El eterno adaptarse o morir.
Pues bien, no todos los usuarios de Windows se sintieron tan a gusto con el radical cambio, especialmente aquellos que siguen usando el sistema operativo para escritorios más popular precisamente en ordenadores tradicionales. Durante algún tiempo Microsoft ha permanecido firme en su posición de que debemos aprender a familiarizarnos con Modern UI, pero con el tiempo terminaron aceptando que para recuperar el éxito logrado con Windows 7 les haría falta el viejo menú de Inicio.
Así, Windows 8.1 ya está con nosotros, y la más llamativa novedad de la actualización del sistema operativo es que el famoso botón que nos viene acompañando desde Windows 95, ha vuelto a la vida. Y es que 20 años de historia no pueden simplemente desecharse de buenas a primeras, o por lo menos eso es lo que piensa una buena parte de los usuarios.
Además del arribo del menú de Inicio, Microsoft también promete que eventualmente podremos comenzar a usar nuevamente aplicaciones diseñadas para la interfaz táctil en ventanas sobre el escritorio, a la vieja escuela.
Desde la perspectiva de un servidor, el principal problema con esta estrategia es que ahora se hace aún más marcada la diferencia entre los dos modos de usar la plataforma. Y es que Microsoft, lejos de encontrar un modo de mejorar la integración que nos haga sentir que usamos un sistema operativo unificado, hace que ahora se sienta más que estamos ante una quimera con dos modos totalmente diferentes de usarse.