Durante la pasada noche de Halloween, Nicolas Tanner, un fotógrafo graduado de la Universidad de Ohio, vio como los paramédicos del lugar retiraban una victima de una casa. Cámara en mano, procedió a retratar la escena, cuestión que llamo la atención de los médicos quienes le ordenaron que dejase de hacerlo.

Nicolas, conociendo sus derechos, continuo con su labor y bajo la amenaza de los médicos de llamar a la policía, el los invitó a hacerlo y así sucedió. Cuatro oficiales a caballo aparecieron al poco tiempo y procedieron de una manera particular: en vez de pedir que se retirara (bajo sabe quien cual ley) se pusieron delante de el, obstruyendo su vista y la de su cámara a la escena.

Continuando con su intento de fotografiar la escena, Tanner siguió disparando lo que causó que uno de los policías se baje del caballo y procediera a arrestarlo. Tanner pasó 12 horas en la cárcel y su juicio comenzó el 13 de este mes, bajo los cargos de obstrucción de la tarea de los paramédicos y resistencia al arresto.

Si bien todos sabemos que la fotografía no es un crimen y que nadie puede evitar que uses tu cámara en la vía publica, el error de Nicolas fue no aplicar el sentido común. Las autoridades son los que tienen el poder y resistirse a ellos, por muy equivocados que estén, no es la mejor idea.

Solución rápida no hay y hacer valer los derechos propios, al menos individualmente, no fue efectivo. Tal vez y solo tal vez, denunciar el hecho telefónicamente a alguna autoridad hubiese sido mejor idea. Resistan la injusticia, pero usando la cabeza.

Vía: Photography is not a crime | Foto: Till Krech

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