Los ataques con bombas nucleares se ven como algo lejano. Tendemos a pensar que la humanidad aprendió de lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki y que no volvería a pasar algo así. Sin embargo, desde el inicio de la Guerra de Ucrania, ha vuelto el miedo a un ataque nuclear. De hecho, como ocurrió con el desastre nuclear de Chernobyl, después de que Putin amenazara con sacar sus armas nucleares, las ventas de pastillas de yodo se dispararon en las farmacias de todo el mundo. Pero este no es un remedio efectivo. De hecho, hoy en día no existe ningún fármaco suficientemente adecuado para prevenir y tratar las consecuencias de un desastre nuclear. Al menos no existe hasta ahora, pues la Administración de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) acaba de dar luz verde para los ensayos clínicos con un fármaco de este tipo.

Se trata de HOPO 14-1, un medicamento que actúa como quelante. Es decir, tiene la capacidad de unirse a metales pesados y transformarlos en otras sustancias que pueden eliminarse a través de la orina. Por lo tanto, no sería útil solo ante un ataque o desastre nuclear. También sería eficaz para eliminar las consecuencias de contaminación por metales pesados de otras procedencias, como ciertos vertidos tóxicos.

De cualquier modo, habrá que esperar a que se realicen los ensayos clínicos, ya que, de momento, no cuenta con autorización para su uso ni siquiera en casos de emergencia. Si las pruebas en humanos van bien, sí que podría ser el próximo tratamiento de elección, pero habrá que esperar para saberlo.

¿Por qué no son útiles otros fármacos contra los metales pesados?

Actualmente hay varios fármacos aprobados para el tratamiento de envenenamiento por metales pesados o desastres nucleares. La mayoría son quelantes, como el EDTA o el DTPA. Sin embargo, según ha explicado la compañía HOGO en un comunicado, estos presentan un problema. Y es que sí son eficaces, pero también eliminan algunos iones metálicos indispensables para el organismo, como el hierro, el zinc o el calcio. En cambio, su fármaco tiene una forma concreta capaz de eliminar metales pesados como el plomo o elementos radiactivos como el uranio sin arrastrar también los iones.

Por otro lado, ante desastres nucleares se suele recurrir a las pastillas de yodo. De hecho, tras la explosión de Chernobyl se repartieron este tipo de medicamentos entre la población afectada. Esto se debe a que el yodo-131, que se liberó tras el accidente, sustituye al yodo estable en la glándula tiroides, afectando a los tejidos circundantes y pudiendo producir cáncer. Si las personas afectadas se tomaban yodo en pastillas, este podría acumularse en la tiroides, no dejando sitio para la entrada del radiactivo.

Hoy en día se sigue haciendo, pero su uso se restringe solo a prevenir los efectos del yodo radiactivo, no de otros elementos. Lo mismo pasa con el azul de Prusia, que previene la acumulación del cesio y el talio. En cambio, HOGO 14-1 protege frente a un abanico mucho más amplio de metales pesados y elementos radiactivos.

desastre nuclear

Beneficioso antes y después de la exposición al desastre nuclear

Otra de las ventajas de este fármaco es que es eficaz tanto como profilaxis como después de la exposición. Por ejemplo, los rescatadores de un desastre nuclear podrían tomarlo como prevención. Pero también se podría repartir entre la población afectada.

Además, en los primeros experimentos se ha visto que parece eficaz para su administración oral, que es la mejor después de un desastre nuclear o cualquier otro accidente similar. Se puede repartir rápidamente entre las personas afectadas para que lo tomen ellas mismas, sin necesidad de intervención de sanitarios especializados.

¿Cómo será el ensayo clínico?

En el ensayo clínico, que se realizará en Estados Unidos, participarán 42 personas, que en esta primera fase se limitarán a probar distintas dosis para ver cuál es la más adecuada. Después, en 2024, se informarán los resultados.

Sin duda, un fármaco de este tipo habría sido muy útil, tanto para los supervivientes de Hiroshima como para los de Chernobyl. Incluso para el mismísimo Beethoven, que se sospecha que murió por una intoxicación por plomo. Son muchas las aplicaciones, no solo un ataque o desastre nuclear, pero es inevitable pensar en ello como posible motivo para acelerar el proceso. Ojalá no sea necesario tener que usarlo en uno de esos casos. 

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