Como cadena televisiva, Netflix descubrió el secreto del éxito a un nivel que hasta poco, resultaba imposible de imitar. Desde su creación en 1997 y luego de su evolución como servicio de renta de DVDs a domicilio hasta convertirse en servicio de programación stream, no ha hecho otra cosa que ser pionera en la transformación de los hábitos televisivos del televidente.

Los primeros años de Netflix: de alquilar DVDs a ser los reyes del ‘streaming’

Desde normalizar el uso de internet como parte de la oferta de televisión y cine, hasta competir con los grandes estudios de Hollywood en su propio terreno, Netflix dejó claro que su forma de ofrecer entretenimiento era rentable. Sobre todo, al proporcionar a sus suscriptores la posibilidad de escoger la programación que desea ver.

Pero esa singular forma de comprender al mercado televisivo tiene también sus propias pautas. La popularidad en la plataforma de la serie Friends demuestra que el canal de suscripción abrió la puerta hacia un vinculo emocional entre el catálogo que ofrece y el control que los suscriptores ejercen sobre lo que desean ver. Friends —con su particular arraigo en un buen número de televidentes— se convirtió en una costumbre que forma parte de cómo el hipotético suscriptor comprende a Netflix como servicio. Para bien o para mal, el extraño fenómeno provocó que conservar la serie en su catálogo haya tomado especial relevancia.

No lo logró: para el próximo año Netflix EE.UU. dejará de incluir al show en su programación y Friends pasará a engrosar la plataforma HBO Max — el servicio de televisión stream de Warner —  que se aseguró de inmediato de recuperar uno de sus programas icónicos. WarnerMedia y NBCUniversal supuestamente pagaron $ 425 millones para recuperar los derechos de transmisión a Friends durante cinco años. Con un catálogo incipiente y la certeza que deberá competir con Disney plus en el mismo terreno, HBO Max sin duda se asegura de atraer al público cautivo que sostiene la singular relación entre Friends y sus fanáticos.

Por extraño que parezca, es el mismo método que utilizó Netflix durante sus primeros años: la cadena acumuló en su plataforma todo tipo de contenido que ayudó a impulsar su éxito inicial y que tuvo como consecuencia inmediata, que un buen número de suscriptores contrataran el servicio para disfrutar de series y películas de las que ya eran fanáticos mucho antes de llegar al catálogo Netflix. Para cuando el servicio de stream comenzó a producir material original, tenía de base de suscriptores considerable, gracias a la particular relación que la mayoría con viejos clásicos televisivos y cinematográficos.

Friends es sin duda el ejemplo más notorio de esa dinámica. Aunque Netflix no publica cifras sobre las preferencias del público al momento de elegir programación, es obvio que la serie se ha convertido en un elemento de enorme importancia para los suscriptores del canal. ¿Qué puede explicar algo semejante? Según Marc Hekster —psicólogo clínico de la Clínica The Summit de Londres— el formato de Friends puede ayudar a reducir la ansiedad. Con su naturaleza sencilla y sobre todo repetitiva, el formato permite que el televidente pueda disfrutar de un show sencillo que no requiere mayor desgaste intelectual. Para el psiquiatra, la naturaleza calmante de las comedias de situación, se relaciona con su capacidad para brindar un espacio de tranquilidad superficial que puede convertirse en un hábito recurrente.

Recuerdos de una época pasada

Según el artículo Is ‘Friends’ Still the Most Popular Show on TV? del crítico de televisión Adam Sternbergh, Friends representa una época de escapismo pop que marcó un antes y un después en la televisión. Más moderna que la clásica Cheers y menos audaz en contenido y humor que la incisiva Seinfeld representó el programa ideal para comprender la identidad de los optimistas años noventa. Aunque no lo parezca en la actualidad, la serie mostró la transición de varios de los cambios que transformaron la cultura pop norteamericana con notable rapidez.

Friends estuvo allí para hablar de sexo cuando ningún programa antes que cualquier otro programa, para mostrar largas tertulias entre solteros de una generación que no estaba especialmente interesada en contraer matrimonio o ser padres y sobre todo, profundizar en la percepción sobre la vida cotidiana desde sus ritos y costumbres. La serie llegó a la pantalla en 1994, mucho antes del fenómeno de las redes sociales, la gran conversación virtual y los albores de internet, incluso de la obsesión por la hipercomunicación. Para la serie lo realmente importante son las conversaciones —burlonas y disparatadas— sobre la vida cotidiana y sus complejidades. Con sus personajes casi estereotipados, reflexiona acerca de la novedad del amor, el miedo al futuro, la transición entre la primera juventud hacia la adultez.

Friends incluso se dio el lujo de analizar la trascendencia, la muerte, la orientación sexual y el temor a la soledad moderna antes que alguno de esos temas formara parte de la oferta televisiva. Con una conciencia muy clara de sus limitaciones —en algunos capítulos, es evidente que los creadores evitaban con mano diestra temas demasiados incómodos— abrió la puerta al diálogo sobre algunos tópicos novedosos que para el momento de su mayor éxito. De 1994 al 2004, la serie reflejó la transformación de una década que fue testigo de la llegada de internet, el correo electrónico y la glorificación de las relaciones románticas entre hombres y mujeres en condiciones de igualdad. Con su en apariencia aire ingenuo, Friends fue parte de la llegada a la madurez de toda una generación.

Se trata de la nostalgia convertida en una costumbre televisiva. Los jóvenes que vieron la serie durante su transmisión original, son sin duda los suscriptores que están convencidos que el show resulta indispensable dentro de la programación de Netflix y considerarán seriamente, seguir a la serie allí al servicio de suscripción al que pertenezca. Y aunque la biblioteca de contenido de Netflix sigue siendo variada, interesante y sin duda continuará en constante crecimiento, la pérdida de Friends supondrá un vacío que cambiará cierta idea establecida sobre el canal de suscripción, para convertirlo en algo distinto a lo que fue en su inicio. Sin sus mejores amigos, Netflix dejará de apostar a la nostalgia para dar el paso definitivo de controlar por completo su contenido. Otra apuesta arriesgada que el servicio quizás superará con éxito.

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