PlayStation es el auténtico salvavidas de Sony. La compañía, que ha presentado los resultados financieros de su segundo trimestre fiscal sigue manteniendo la buena salud gracias a su división de videojuegos, que es el apartado más rentable de la compañía acumulando un total de $4.900 millones de dólares en ventas durante el trimestre y con beneficio neto de $800 millones millones de dólares, unos números muy generosos para el fabricante eléctrico que disparan su división de juegos un 65% anual.
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Y es que los números de Sony en lo que se refiere a PlayStation son especialmente importantes. Gracias a esas cifras, la compañía ha aumentado sus ganancias operativas un 59%, con un incremento en ingresos del 6%, que total ascienden a $19.600 millones de dólares. A las buenas ganancias de los videojuegos le siguen, sorprendentemente, el rendimiento de su división de servicios financieros, que ya es la segunda división por importancia en el valor de la compañía y que ha experimentado en el último trimestre un 27% sus ingresos.
La tercera en discordia que sin duda pone a Sony en los puestos más altos de la industria es la división de Semiconductores, es decir, la de los chips que utiliza tanto la compañía como los que vende a terceros, que acumula un crecimiento del 11%, pero que se efectivamente lastrada por las pérdidas que la compañía ha experimentado en su división de móviles, con un total negativo de 265 millones de dólares, un 32% menos en el indicador interanual.
Los números de los smartphones son sin duda el mayor lastre para la compañía que sigue sin ser capaz de rentabilizar ese mercado a niveles de hace unos años, pero que ha conseguido, en parte, minorar la sangría que representaba Sony Mobile hace unos cuantos trimestres.
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PlayStation, por tanto, sigue siendo el mayor atractivo de la compañía, tanto en materia financiera como en percepción de los usuarios. Ahora, y al final de la generación de consolas actual, y con el mercado esperando cierta rebaja en el precio de venta que ya se está dando en algunos mercados, unido a las economías de escala en su fabricación, puede convertirse en la división más próspera de toda la industria y en el espejo del resto de fabricantes, que no consiguen seguirle el ritmo.