La investigación para que el cuerpo humano sea complementado por tecnología implantada en su interior no cesa. Ya existen soluciones con usos limitados que habitan en los cuerpos, pero la revolución en este sentido aun no ha llegado. Sin embargo, anuncios como el de la Universidad de California hacen pensar que estamos más cerca de un mundo quizás no robótico o biónico, pero sí donde la tecnología no sólo transforma la realidad como ahora, sino que mejora de manera activa nuestra salud.

Los investigadores han creado sensores implantables del tamaño de una mota de polvo con el objetivo de realizar seguimiento de órganos, músculos y nervios en tiempo real. Para ello se emplean ultrasonidos que, además de esta monitorización, también tienen una función activa que desempeñar desde el interior. Mediante descargas eléctricas minúsculas, se pueden estimular las partes localizadas para resolver los ataques epilépticos o grandes discapacidades.

Para asegurar la seguridad de las pruebas, y comprobar el funcionamiento, los científicos han investigado con ratas. En ellas los implantes han cumplido con su función gracias a un cristal piezoeléctrico que convierte las vibraciones de ultrasonidos en electricidad. Tras el éxito en la investigación, la investigación continuará hacia encontrar la manera de no requerir estímulos eléctricos para la detección.

Además de eliminar muchas problemáticas irreversibles, el futuro de estos sensores implantables pasa por acabar fusionando nuestro cerebro con máquinas. Mientras ese futuro llega, disfrutemos de nuestra realidad "analógica".

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