Si Darwin o Lamarck hubieran dispuesto de los datos de este nuevo estudio, probablemente uno de los dilemas más conocidos de la historia de la biología no se hubiera dado. Al menos no de la manera en la que ocurrió. Y es que a día de hoy la evolución y sus consecuencias todavía son malentendidas debido a dicho debate. Pero cada día tenemos más claros los mecanismos que hacen que la evolución funcione de la manera en la que lo hace. Ahora, por primera vez se ha secuenciado el genoma completo de la jirafa y el okapi, dos especies emparentadas. Y su comparación ha arrojado luz sobre uno de los secretos mejor guardados de la naturaleza. Pero, ¿qué tiene que ver el genoma de las jirafas con la evolución? Todo.

Lamarckismo vs darwinismo

Y es que el genoma de la jirafa no es sino una demostración empírica (más) de que la evolución sigue su curso. Pero antes de seguir con ese tema, hagamos un pequeño repaso histórico. Cincuenta años antes de que se publicara El origen de las especies, de Darwin, Jean-Baptiste Lamarck presentó su Filosofía zoológica, un corpus donde describía su propia versión de la evolución. Sí, Lamarck, al igual que Darwin, entendió que los organismos no aparecían de la nada y con sus características. En vez de eso, él entendió que todo ser vivo evoluciona a través de pequeños cambios hasta llegar a ser lo que es. Pero, entonces, ¿en qué se diferencia este planteamiento de la teoría de la evolución de Darwin? Según Lamarck, es el medio el que genera los cambios en el individuo.

Según Lamarck, las jirafas "evolucionaron" hacia un cuello más largo porque no podían llegar a las hojas que suponen su alimentoAquí es donde llegan las jirafas. Lamarck puso como ejemplo a estos animales. Según él, las jirafas "evolucionaron" hasta lograr un cuello más largo porque no podían llegar a las hojas que constituyen su alimento. Así, poco a poco, la influencia del medio hace que las jirafas tengan un cuello cada vez más largo. Y, concepto clave en todo este asunto, ese cuello más largo, propiciado por el medio, es transmitido a sus descendientes. Es lo que se denomina "transmisión de caracteres adquiridos". Pero, aunque pueda parecer correcto, esto no funciona así.

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Al contrario. Los caracteres adquiridos (sin entrar en un profundo debate) no se transmiten. El darwinismo explica que los caracteres aparecen aleatoriamente (un cuello más largo de una jirafa, un cuello más corto, un cuello de color pardo...) y es el medio el que "selecciona" esos caracteres porque sobreviven "más y mejor". Por ejemplo, en este caso y grosso modo, los árboles y la disponibilidad de alimento en las copas altas selecciona a las jirafas con el cuello más largo de manera que, al final, y tras muchísimo tiempo, sólo quedan jirafas con enormes cuellos. No obstante, si estos dos grande naturalistas hubieran tenido los conocimientos de genética que tenemos ahora, probablemente lo hubieran visto clarísimo desde el principio.

Los genes y el cuello de las jirafas

Desde que entendemos cómo se transmiten los caracteres genéticos y el papel que juega el ADN en todo ser vivo, tenemos cierta obsesión por conocer la intimidad genética de todo lo que se mueve. Así, cada día trabajamos más por secuenciar el genoma de todo tipo de animales y plantas. Y lo cierto es que esto nos da una cantidad increíble de información. Comparando los genomas y sus características podemos intuir o teorizar sobre cómo llega un ser vivo a ser lo que es. De este modo, existía un misterio no resuelto sobre las jirafas. El mismo misterio que Lamarck puso como ejemplo: el cuello de las jirafas. Así que el equipo de Douglas Cavener y Morris Agaba ha secuenciado y comparado el genoma de las jirafas con el del okapi.

cuello de las jirafas

El okapi es el pariente más cercano de las jirafas y, por tanto, es genéticamente bastante parecido. Lo suficiente como para obtener pistas sobre la evolución de estos animales analizando sus características genéticas. ¿Y qué han descubierto? Pues han puesto sobre la mesa el juego de genes al que las jirafas le deben (en gran parte) su largo cuello. Según el resultado de su análisis, estos animales evolucionaron en un sistema óseo y vascular especial a partir del cambio de unos pocos juegos de genes. Dichos genes controlan la expresión temprana en el desarrollo embrionario y la expresión de los factores de crecimiento, una vez que son adultos.

Okapi

Además, varios de los genes "modificados" están directamente relacionados con los genes que controlan los tejidos cardiovasculares y óseos. Con respecto a esto, los investigadores se toparon con una pequeña sorpresa. Y es que parece que la longitud del cuello coevolucionó para albergar un sistema vascular cada vez más largo, y no al revés. Con el tiempo, la selección natural fijaría estos caracteres para siempre.

La importancia de un genoma

Como suele ocurrir con este tipo de investigaciones, la información aportada por el estudio es meramente descriptiva. Nos ayuda a entender un apartado importante de la evolución biológica, pero no tiene una utilidad inmediata y práctica más allá del estudio. No obstante, eso no le resta ni un ápice de importancia. Y es que a pesar de los debates actuales (especialmente con la aparición de la epigenética), información como esta ayuda a cerrar una discusión que comenzó cientos de años atrás. Y es que, como ya hemos dicho, si Lamarck, Darwin y sus colegas hubieran podido discutir sobre la evolución con estos datos delante, probablemente habrían estado unidos por el mismo parecer sobre los mecanismos que la mueven adelante. No obstante, tampoco tiene demasiada importancia. Y es que no importa lo que pensemos sobre ella. La evolución sigue y seguirá siempre su curso.

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