Antes de la electrónica, la mecánica era quien definía las máquinas y los objetos automáticos que nos rodeaban. Las calculadoras, por ejemplo, basaban sus interiores en ruedas dentadas y pulsadores. Una situación muy diferente a la actual, en la que las corrientes eléctricas y el flujo de electrones empuja hasta las calculadoras más básicas.

No obstante, aquella época pre-electrónica nos dejó algunas maravillas como la Curta, una calculadora mecánica desarrollada por Curt Herzstark en Viena durante los años 30. Su tamaño era extremadamente reducido, y su eficiencia convirtió a esta máquina en una de las mejores calculadoras de la época —hasta que en los años 70, la llegada de la electrónica acabó desplazando a estos modelos—.

Las Curtas se consolidaron como las calculadoras portátiles más populares y fiables del momento

Respecto a calculadoras previas, la Curta montaba un único tambor —en lugar de diez— y, además de sumar, también permitía restar, algo que fue posible gracias a un mecanismo muy innovador implementado por su creador, Curt Herzstark.

El camino hasta el lanzamiento de la Curta fue un auténtico calvario para su creador. Mientras se encontraba trabajando en ella durante los años 30, el ejercito alemán forzó a Herzstark a trabajar en la creación de instrumentos de medida para el ejercito alemán, deteniendo así el desarrollo de la Curta.

Curta Calculadoras

Años más tarde, en 1943, su creador fue enviado a un campo de concentración, por lo que el desarrollo de la Curta parecía más estancado que nunca. No obstante, allí, los jefes de uno de los departamentos del campo de concentración dieron la oportunidad a Herzstark de continuar trabajando en esta calculadora mecánica de bolsillo. La idea era regalar este objeto único al Führer cuando la guerra llegase a su fin.

Herzstark comenzó a trabajar sabiendo que aquello tenía una triple recompensa: crear la mejor calculadora portátil del momento, extender su vida y, al mismo tiempo, ser considerado ario cuando llegase el momento.

La primera Curta iba a ser propiedad de Hitler, pero el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial alteró los planes

Los planes del departamento no se llegaron a cumplir, pero Herzstark sí logró fabricar y materializar la idea de la Curta en 1945. En ese momento, las tropas estadounidenses liberaron el campo de concentración en el que se encontraba, liberando así a Herzstark, quien comenzó a trabajar intensamente en el desarrollo de la máquina.

Encontró una fábrica capaz de cumplir sus requisitos técnicos, buscó financiación y continuó enviando patentes para proteger su trabajo. Poco después, las Curtas llegaron a las tiendas (por unos $1000 cada una).

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