Créditos: Patrick Witty | BuzzFeed News

The New York Times ha publicado el durísimo testimonio de Laila, una siria con formación en peluquería que actualmente está en condición de refugiada. En ella cuenta el calvario por el que está pasando su familia.

Cuando llegamos aquí teníamos dinero para comprar algo de comida. Ahora se ha acabado. Hacemos fila durante horas por un bocadillo. Mi marido le dijo hace poco a un periodista que "la gente está harta. Tal vez mañana derriben la puerta e inunden la frontera". El periodista dijo:" ¿Cuántas armas tienes? "Si supiéramos cómo llevar armas o quisiéramos llevar armas no hubiésemos huido de Siria. Queremos paz. Estamos hartos de muerte.

Huimos de una guerra, y ahora la Unión Europea está en guerra contra nosotros, una guerra psicológica. Cuando oímos rumores de que seremos permitidos en Europa, lo celebramos. Estos líderes nos dan una nueva esperanza, luego la extinguen. ¿Por qué se abre la puerta a los refugiados? ¿Por qué le dan la bienvenida a la gente? Si lo hubieran detenido antes, no habríamos llegado. No hubiéramos puesto nuestras vidas en riesgo, mis hijos, yo, y miles de otros, para cruzar.

Tengo 39 años y soy kurda, de la ciudad de Hasakah. Yo sabía gracias a las noticias que Hasakah fue amenazada por Daesh. Todos los días de la primavera pasada, el gobierno bombardeaba las afueras de la ciudad. A veces alguna bomba perdida aterrizaba cerca de nosotros.

Un día, a las cinco de la mañana, oímos el bombardeo y sabíamos que Daesh había llegado. Tomé a mis hijos y dos mochilas, y huí. En esos días, todo el mundo tenía dos mochilas listas en todo momento: una con documentos importantes y otra con prendas de ropa y otros artículos de primera necesidad. Corrimos a través del cauce de un río seco. Todavía estaba lleno de barro y se nos hundían los tobillos.

Incluso antes de que Daesh llegase, la vida bajo las fuerzas kurdas era muy dura. No había madera para hacer hogueras. Una vez le pregunté a mi marido: "Si utilizamos una de las vigas del techo para poner en la estufa, ¿crees que el techo caería?" Se rió. "Sí", dijo. "Caería, y ante todo estaríamos viviendo en la calle".

Si usted tiene un hijo en Hasakah, hoy tiene que ir a la guerra. No importa si es hijo único o si es estudiante. Si no hay un niño, tiene que ir una niña. Alguien de cada hogar tiene que luchar si quiere permanecer en la zona. Las fuerzas kurdas trataron de reclutar a mi hija. Tenía que llevarla escondida a Turquía.

La mayor parte de mi familia está en Alemania, por lo que decidimos ir allí. Pasamos dos meses en un área fronteriza antes de huir a Turquía, donde mi marido estaba trabajando. Encontramos un traficante a través de Facebook - un pariente por matrimonio - y volamos a Izmir. Dos días más tarde, nos encontrábamos en la oscuridad con otras 35 personas en algún lugar de la costa turca.

Éramos los últimos en la playa, mi hija, su marido, su bebé y yo. Mi hija estaba llorando. Ella dijo que no quería ir y que si moría, la culpable era yo. No sabía qué hacer. Entonces, como si fuese un sueño, un hombre joven vino y la levantó, a ella y al bebé, para introducirlas en el barco. Estaba sola en la orilla. Vadeé la embarcación. Los traficantes me tomaron desde abajo, y mi sobrino me levantó.

El día que llegamos a Idomeni había personas que todavía estaban cruzando la frontera hacia Macedonia. Pensamos que habíamos llegado. Pensamos que la parte más dura había sido el mar.

Hay un dicho en árabe que dice que "Incluso el cielo, sin gente, es insoportable."

Tengo tres hermanas y tres hermanos en Alemania. La Unión Europea quiere mantenernos divididos entre países. Si firmamos el programa de reubicación y la Unión Europea nos asigna un país europeo y conseguimos la ciudadanía, ¿seríamos capaces de ir a estar con nuestra familia en Alemania? Temo que cambien las leyes y ya no podamos ir.

En nuestro país nos negamos a separarnos. ¿Vamos a estar de acuerdo aquí? Todo el mundo en Idomeni sólo quiere ir con sus familias, si no no hubiesen hecho este peligroso viaje para estar con ellos. En la siguiente carpa hay dos mujeres que no han visto a sus maridos en dos años. Los hombres están en Alemania y no pueden llevar con ellos a sus esposas e hijos.

Quiero que todos los líderes de Europa me escuchen: si alguno de ellos está de acuerdo en ser separado de su hijo, estoy de acuerdo en hacer lo mismo. O su hermano o su hermana, o su primo.

Si quieren hacernos esto, que nos devuelvan lo que hemos perdido para llegar aquí, y nos envíen de nuevo a Siria. Si hubiese querido vivir entre extraños, hubiese tratado de ir a Canadá. Si estás enfermo, ¿quién te ayudará? Necesitas a tu hermano, tu hermana, tu madre, tu padre.

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