metástasis

Wellcome Images (Flickr)

Desde que Richard Feynman anticipase el futuro en sus clases en Caltech, nada sería lo mismo en el ámbito de la física. La llegada de la nanotecnología nos ha permitido soñar con sensores invisibles para nuestros ojos que detectaran de forma precoz enfermedades. Otra de las grandes promesas de estas investigaciones eran los minúsculos fármacos que, en forma de nanopartículas, habían sido reconocidos como el futuro en la lucha contra el cáncer. Especialistas en esta disciplina, como la mexicana Tessy López Goerne, habían llegado a afirmar que "la nanomedicina es la medicina del siglo XXI". Pero no es oro todo lo que reluce.

Menos del 1% de las nanopartículas alcanzan los tumores, reduciendo la eficacia en la lucha contra el cáncer

Un trabajo publicado en la revista Nature Reviews Materials rebaja considerablemente las expectativas de esta prometedora tecnología. Y es que la revisión de los científicos de la Universidad de Toronto (Canadá) y del Beth Israel Deaconess Medical Center (Estados Unidos) sobre las investigaciones publicadas en la última década demuestra claramente que el hype creado en torno a las nanopartículas y el cáncer estaba demasiado inflado. De acuerdo a sus resultados, únicamente el 0,7% de las nanopartículas alcanzaban los tumores sólidos, lo que se traduce en consecuencias muy negativas para la aplicación de este tipo de nanotecnología en medicina y, en particular, en la lucha contra el cáncer.

Las nanopartículas habían sido descritas como "pequeños robots" que alcanzaban las células malignas diana, con el objetivo de transportar el medicamento antitumoral y que este actuara con una mayor eficacia y menos efectos secundarios. Diversos trabajos sobre nanomedicina apuntaban que podría ser aplicada en la lucha contra el cáncer de mama y de colon o frente a infecciones bacterianas. Lo que pocos esperaban, sin embargo, es la baja eficiencia en la llegada de las nanopartículas a los tumores sólidos.

nanopartículas
Varonbondumb (Flickr)

Los investigadores señalan que "las nanopartículas son diseñadas para alterar la biodistribución y la farmacocinética de pequeñas moléculas en pacientes y permitir la llegada de mayores dosis del medicamento al tejido enfermo, con el objetivo de incrementar el índice terapéutico, reducir la toxicidad sistémica y/o ofrecer mejores señales de imágenes". Sin embargo, el estudio alerta sobre la falta de eficacia a pesar de las grandes inversiones económicas realizadas (más de mil millones de dólares en Estados Unidos en los últimos diez años). Por ello los mismos científicos hablan de la reputación de "hype" que rodea a la nanomedicina, que no ha logrado transformar el cuidado de los pacientes con cáncer en los últimos quince años.

Solo dos terapias basadas en nanopartículas, como Abraxane o Doxil, han sido aprobadas clínicamente. Sin embargo, estos tratamientos no han demostrado mejoras significativas en el índice terapéutico. La reducida mediana en la eficiencia de la nanotecnología, menor al 1% en el caso de tumores sólidos, está detrás de no alcanzar los objetivos clínicos deseados y, por ende, del fracaso de esta prometedora tecnología. Las nanopartículas, que son minúsculas bolitas formadas por materiales orgánicos o inorgánicos como la plata y el oro, no llegan a tratar el cáncer debido a que nuestro organismo las elimina antes, por ejemplo, o que las citadas partículas no entran dentro de los tumores para ser efectivas. Su trabajo no es solo una crítica sobre el inesperado "fail" de esta tecnología, sino que también propone una estrategia para las próximas tres décadas para mejorar los resultados de este tipo de investigaciones.

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