El coche autónomo forma parte de una temática con varios subtemas muy interesantes. A menudo, cuando hablamos de ello, ni siquiera nos preguntamos ya cómo van a ser los coches desde el punto de vista estético o de motor. Asumimos que van a ser eléctricos, y que con el tiempo irán ganando niveles mayores de inteligencia artifical. El aspecto que más se presta a debate es qué solución será la elegida para lograr la comunicación entre la ciudad y los vehículos, y parece que las redes 5G tienen las de ganar. Pero, ¿qué ocurrirá con las plazas de aparcamiento?
Si atendemos a ejemplos clásicos de ciencia ficción como "El Coche Fantástico", podemos hacernos una idea de cómo los conductores llamarán a su coche, pese a que, entre ellos existan varios kilómetros de distancia. Sin embargo, el fin parece ser abandonar el sistema de propiedad actual y que toda la flota pueda ser utilizada por cualquier conductor. Sin duda, supondría un gran cambio de mentalidad, pero al igual que no poseemos otros medios de transporte, que en la sociedad se imponga el carsharing o los taxis autonómos no puede ser malo.
Esto podría hacer que los coches siempre estuvieran en circulación o, de estar aparcados, lo hicieran lejos de las grandes urbes, sin robar un valioso espacio a las personas. Con los coches autónomos, y gracias a unas rutinas de desplazamientos prácticamente fijas, podríamos llegar a un modelo donde nuestro coche vuelve a casa a recargar su batería, o a ayudar, según programación o demanda, con el desplazamiento a otro miembro de la familia. Si se diera alguna emergencia, siempre tendríamos a nuestra disposición otros medios de transporte con los que llegar al destino.
Y es que hay que pensar que en la actualidad no es que aparcar sea difícil, que lo es y supone una de las grandes frustraciones al volante, sino que el porcentaje de espacio dedicado en las ciudades al aparcamiento puede resultar excesivo. Se podrían desarrollar aparcamientos subterráneos individuales que ayudaran a descongestionar las aceras.