guerra de afganistán

Marine estadounidense en la Guerra de Afganistán - TheNational.ae

Hay conflictos armados que parecen no tener fin o, al menos, un final próximo. Esa es la impresión que se tiene del israelí-palestino, que parece una guerra eterna después de más de un siglo de calamidades, y es la que se tenía de la de Vietnam, que duró 20 años; aunque otros conflictos mucho más largos ha habido a lo largo de la historia. El que nos ocupa en este texto es la guerra de Afganistán, que ya ha durado casi tres lustros y aún no hay paz en el horizonte.

La doctrina Bush contra el terrorismo

El ataque terrorista del 11-S por parte de Al Qaeda en territorio estadounidense, con el fueron asesinadas más de 3.000 personas, cambió el mundo. Una de sus consecuencias fue que el Gobierno de George W. Bush, hoy último ex presidente de Estados Unidos, se decidiera por aplicar una política para luchar contra el terrorismo internacional con el eufemístico nombre de “agresión positiva”, cuyo pilar básico consiste en no diferenciar entre grupos terroristas y países que los acojan o ayuden y, por lo tanto, actuar de la misma forma beligerante contra ellos.

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George W. Bush con Hamid Karzai, primer presidente de la República Islámica de Afganistán - Stena.ee

Esta doctrina se fue ampliando, entre otros, con conceptos como el de la guerra preventiva, según el que la mejor defensa de la seguridad y los intereses estadounidenses es un buen ataque a los que se supone que los amenazan, y acabó plasmada en La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos, un texto del Consejo de Seguridad Nacional del país. Pero eso fue en noviembre de 2002, un año después del comienzo de Con la doctrina Bush, no se diferencia entre grupos terroristas y países que los acojan o ayuden y, por lo tanto, se actúa de la misma forma beligerante contra ellosla guerra de Afganistán, que el Gobierno de Bush justificó porque el Emirato Islámico de Afganistán y su emir Mulá Omar refugiaban a los terroristas de Al Qaeda responsables del 11-S, y con el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas en la mano, que habla del “derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro” de la propia ONU.

Pero, por lo visto, la invasión de Afganistán ya estaba en los planes estadounidenses, ya que Richard A. Clarke, presidente del Grupo de Seguridad Antiterrorista en la con el presidente Bill Clinton y, luego, con Bush, propuso una acción militar encubierta en enero de 2001 para debilitar a Al Qaeda en el país; el ex Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de Pakistán, Naiz Naik, contó que, en julio del mismo año, Estados Unidos le previno de que derrocarían a los talibanes e irían a por Bin Laden, artífice de numerosos atentados como aquel contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania en agosto de 1998 que mató a 213 personas e hirió a unas 5.000, a no ser que este les fuera entregado antes de octubre; y de hecho, el día anterior al 11-S, el Gobierno de Bush había aprobado el plan.

Las consecuencias de la guerra

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Soldado estadounidense herido en Afganistán - Pixgood.com

Los talibanes se negaron a desentenderse de Al Qaeda, y el 7 de octubre de 2001 comenzaron las operaciones militares de una coalición liderada por Estados Unidos en Afganistán y en Noroeste de Pakistán, que continúan a día de hoy aunque se echara a los talibanes del poder en noviembre del primer año, aunque en el país se celebraran elecciones parlamentarias en 2005 y en 2010, aunque Bin Laden fuese abatido cerca de Abbottabad, en Pakistán, por militares estadounidenses en mayo de 2011, aunque el Mulá Omar muriese en el mismo país de tuberculosis en 2013 y aunque el presidente Barack Obama diera por finalizada “la misión” en 2014 un día irónico para los hispanoamericanos como el 28 de diciembre.

Y estas operaciones continúan, es decir, la guerra sigue porque los talibanes no han sido vencidos y prosiguen con sus atentados y sus ataques Algunos fallecimientos en la guerra se han debido a errores, como el bombardeo estadounidense de un hospital de Médicos Sin Fronteras en Kunduz, que causó 22 muertosa los efectivos del nuevo ejército afgano, de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) y de la OTAN. El año 2009, en que se produjeron el mayor número de ataques talibanes desde la invasión, fue especialmente cruento. Y en este 2015 se ha lanzado una nueva operación de la OTAN y ha irrumpido el Estado Islámico en el país, y se han registrado hasta una veintena de ataques talibanes tanto en Kabul, la capital, como en ciudades como Jalalabad y Kunduz, que fue reconquistada por los insurgentes a finales de septiembre y recuperada por la ISAF-OTAN y el ejército afgano el primero de octubre.

Hasta el momento han fallecido un máximo de 151.000 civiles y militares afganos desde el inicio de la guerra y unos 164.000 han resultado heridos, y unos 3.500 miembros de la coalición y unos 1.700 civiles extranjeros han muerto. Algunos de estos fallecimientos se han debido a errores, como el que acabó con la vida de 90 civiles en una operación aérea del ejército alemán en la provincia de Kunduz, o el más reciente, el bombardeo estadounidense el 3 de octubre de un hospital de Médicos Sin Fronteras en la capital de la misma provincia, que tuvo como resultado 22 muertos. Además, en 2012 se habían contabilizado unos 500.000 desplazados a causa del conflicto, y entre los once grupos distintos que se oponen a la invasión, incluidos los talibanes y Al Qaeda, más de 38.000 de sus miembros han fallecido o han sido capturados.

La participación española en Afganistán

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Soldado español en Afganistán - Defensa.gob.es

España es uno de los 50 países que ha formado parte de la coalición en la guerra de Afganistán. Las operaciones encomendadas a su ejército se han centrado en luchar contra la insurgencia, en colaboración con efectivos italianos y afganos, en las provincias de Herat y Badghis. Cerca de 17.000 soldados españoles han llevado a cabo operaciones como las llamadas Estaca y Ontur, con el objetivo de asegurar el área de Galezardhak para Las operaciones encomendadas a los militares españoles se han centrado sobre todo en luchar contra la insurgencia en las provincias de Herat y Badghisentregársela así al ejército afgano en 2014, Bold, para salvaguardar la situación de seguridad de modo que fuese posible el repliegue de dos bases de combate españolas en esta región, y Grey Beret, un combate conjunto contra los insurgentes en Chacabré, estas dos últimas durante los primeros meses de 2013.

Hasta 2013, falleció un centenar de militares españoles a causa de atentados y de accidentes de tráfico y aéreos, como el del tristemente conocido Yak-42 en la turca Trebisonda en mayo de 2003, e incluso algunos infartos, muertes todas ellas relacionadas con la dinámica del conflicto; y 86 han sido heridos por diferentes causas. Y se prevé que las tropas españolas abandonen Afganistán antes del primero de noviembre. Tal como va el conflicto, no hay perspectiva de que las demás fuerzas desplegadas allí se vayan a retirar pronto, a pesar de los cálculos y los anuncios, o que los afganos puedan disfrutar de auténtica paz en breve. El futuro de esta guerra, como el de la mayoría en la historia, sigue siendo incierto.

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