enfermedades visuales

Piotr Marcinski - Shutterstock

En un recordado anuncio televisivo español de una bebida isotónica, uno de sus participantes, simpático paciente de un hospital psiquiátrico argentino, acababa diciendo: “El ser humano es extraordinario’’. Y para no pocos asuntos, no le faltaba razón, incluso cuando ‘extraordinario’ puede referirse solamente a algo fuera de lo común, sin un matiz positivo, como los trastornos visuales, que son enfermedades de la mente, más inauditos que una persona puede padecer. Veamos algunos de ellos.

La ceguera al movimiento

También conocido como akinetopsia, se trata de un inusual desorden neurológico por el que los afectados son incapaces de percibir ningún tipo de movimiento: el mundo que ven está siempre estático, y distinguen los objetos que se mueven con la correspondiente estela difuminada de imágenes repetitivas; si se sirven un vaso de agua, ven el líquido que cae como una columna paralizada; si cruzan una calle y hay tráfico que se dirige hacia ellos, un coche que un segundo habían visto a gran distancia, de repente aparece mucho más cercano; y así con todo.

Las causas de este trastorno están relacionadas con complicaciones en el área cortical de la parte media del lóbulo temporal, como efecto secundario de ciertos antidepresivos, por un infarto cerebral o incluso cirugías craneales, y puede remitir cuando ya no se consumen antidepresivos o echando mano de cirugía cerebral. Y lo descubrí gracias al cortometraje Frames, de Beatriz Carretero y Alicia Medina (2009), en el que Marian Álvarez, más tarde ganadora del Goya a la Mejor Actriz por su trabajo en La herida (Fernando Franco, 2013), interpreta a una pintora que lo sufre. Resulta muy burdo en la exposición, subrayado y desenlace del drama, de brocha gorda, nunca mejor dicho; pero sirve para que comprendáis qué ven las personas con este tipo de ceguera.

El síndrome de Capgras

Llamado así por el psiquiatra francés que la detectó, quien le puso el nombre de ilusión de los dobles, y estudiado a su vez por Oliver Sacks, ocurre cuando una persona, por una lesión cerebral, es incapaz de identificar a una persona conocida con quien es a un nivel emocional y piensa que es un impostor, es decir, no siente lo que debería cuando ve a un ser querido y lo rechaza: sufre **una disociación entre el centro visual de su cerebro y su memoria afectiva.

El síndrome de Alicia en el País de las Maravillas

Tras precipitarse en la madriguera del conejo blanco en la primea novela que le dedica Lewis Carroll, Alicia encuentra una botella en la que se lee: “Bébeme”, y tras obedecer a este mandato, encoge hasta los veinticinco centímetros de altura. Hay quien cree que este episodio está inspirado en la micropsia o alucinación liliputiense que padecía el propio Carroll, es decir, un trastorno neurológico por el que quien lo padece ve los objetos y a las personas que le rodean mucho más pequeños de lo que son en realidad, como si estuviesen más lejos, pero aleatoriamente.

No se trata de un problema de visión, sino a la hora de interpretar aquello que se ve, está causado por problemas en la porción central de la coroides y retina, y se asocia en ocasiones a la esquizofrenia aguda, la psicastenia, la epilepsia, la migraña, la mononucleosis infecciosa, los delirios febriles y la epilepsia.

La negligencia hemisférica

Imaginaos que os es imposible ver todo lo que se encuentra en el lado izquierdo de vuestro campo de visión, incluido el propio cuerpo. Pues eso es lo que les ocurre a los que tienen negligencia hemisférica, llamada igualmente visuoespacial, extrapersonal o heminegligencia. Esto les impide comportarse normalmente al realizar tareas tan cotidianas como peinarse, atarse los zapatos o incluso comer, porque sólo atienden a todo lo que ven de su lado derecho y no son conscientes de la realidad del izquierdo: se peinan el pelo de la parte derecha de su cabeza, se atan el zapato derecho y se zampan sólo lo que hay en el lado derecho del plato. Y ello se debe a una lesión cerebral en los nervios visuales del hemisferio que entonces se ignora.

Isaac Berrokal rodó en 2012 un cortometraje que muestra cómo ven el mundo los que sufren este trastorno, titulado Don’t Forget**, un trabajo digno que transmite su tristeza e incluso, quizá algo exageradamente, hasta dónde podría llegar el problema.

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La visión ciega

Los ojos de las personas que padecen este trastorno, también conocido como ceguera cortical, funcionan a la perfección; los estímulos visuales son percibidos por sus retinas y sus nervios ópticos los transfieren al cerebro sin problema. Pero han perdido la visión total o parcialmente porque la corteza visual del mismo ha sufrido alguna lesión por un infarto, un ictus o una infección de gravedad y, si bien sus ojos recogen los estímulos visuales, estas personas no son conscientes de que perciben esta información, su inconsciente procesa parte de la misma por otros derroteros cerebrales, así que ven sin saberlo.

Aunque los casos de visión ciega sean extraños, nos los podemos tomar como un mecanismo de nuestro cerebro para seguir siendo eficiente a pesar de las adversidades, y como que, en verdad, aquel simpático argentino del hospital estaba en lo cierto sobre lo extraordinario de la humanidad.

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