Si hay algo de lo que podemos presumir los divulgadores científicos es de que estamos consiguiendo que el mundo se interese por la ciencia. Y esto se puede ver en movimientos tan increíbles como el biohacking. Imaginad la filosofía hacker, información libre para todos, pero puesta al servicio de la ingeniería molecular y biológica. Así surge el biohacking. Y lo practica gente sin ningún tipo de formación, sin apoyo institucional y casi sin gastar un céntimo. Gracias a las técnicas más modernas cualquiera puede convertirse en un biohacker, con todo lo que esto supone. ¿Tienes una pipeta a mano? Pues empecemos.

Pero, ¿qué es el biohacking?

Nacida en el mismísimo seno del MIT, la filosofía del hacking defiende el libre acceso, la libertad de información y la mejora de la calidad de vida para todo el mundo. Esos mismos valores son los que abanderan el biohacking, una manera de entender la ingeniería biológica. En el biohacking cualquiera puede coger unas cuantas placas de Petri, buscar un medio de cultivo barato y hacer sus propios cultivos con bacterias de todo tipo. O hacer su pruebas de ingeniería genética con vegetales del huerto. O probar dispositivos biotecnológicos diversos. La cuestión es tener inquietud y poder acceder a la información El espiritu del biohacking vela por una información libre y accesible para todosnecesaria para poder "jugar" con la biología que nos rodea y hacer nuestros propios experimentos.

Dentro de la filosofía del biohacking existe un aire sofisticado de "transhumanismo", muy biopunk. Mientras que muchos biohackers son la definición moderna del naturalista victoriano, ese tipo que tenía inquietud por cómo funcionaba el mundo y necesitaba tener una extensa biblioteca al respecto, los más modernos son una versión más pintoresca de lo mismo. Estos biopunks quieren mejorar el mundo y darle resultados prácticos a sus vecinos: una cerveza con mejor sabor; una manera de obtener luz con bioluminiscencia; o una forma de eliminar los olores molestos del sumidero. Cualquier opción es válida. Lo importante es conseguir la información (y las herramientas) y ponerse a trabajar para mejorar el mundo.

Así funciona el biohacking

Una de las cuestiones más interesantes del biohacking es que vela por una ciencia asequible. Para ello, emplea dos pilares básicos: el primero es la libertad de información, de la cual ya hemos hablado. La información es poder; y el poder es abaratar costes, también. Como comentábamos, ¿quién necesita comprar un gel de agar-agar cuando puedes usar gelatina comercial? Aunque actualmente la ciencia sigue unos patrones muy definidos de actuación, así como unos medios muy definidos, lo cierto es que durante cientos de años los científicos se las han arreglado bastante bien con métodos "caseros". Solo hay que descubrirlos.

Laboratorio I+D
Idaho National Laboratory (Flickr)

El segundo pilar es la colaboración. La unión hace la fuerza. Por eso existen laboratorios de biohacking diseñados por y para asociaciones y colectivos de biohackers. No es lo mismo hacerse con un autoclave entre 3 personas que entre 100, por supuesto. Tampoco te harán el mismo caso en un ayuntamiento o universidad. Por eso, y por la transmisión de información, el biohacking busca la sinergia entre los interesados. Así que si quieres ser un biohacker deberás buscar, informarte y conectar.

El biohacking hoy en día

Puesto que el biohacking es un concepto que tiene, en realidad, poco tiempo. Por eso las posibilidades de llegar a ciertos resultados sin el apoyo institucional o económico adecuado todavía son limitadas. Existen muchas barreras técnicas. Sin embargo, dichas limitaciones van reduciéndose a medida que se domina y depura la tecnología. Por ejemplo, hasta hace tres años, realizar ingeniería genética para cualquiera que no dispusiese de todos los medios económicos de un gran laboratorio era, sencillamente, imposible. Ahora, la posibilidad de Técnicas como CRISPR abren las puertas a la ingeniería genética para el biohackingreducir el coste en el proceso de diseñar un microorganismo "a la carta", gracias a los CRISPR, por ejemplo, es infinitamente menor.

Con un poco de ayuda y la información necesaria, una persona sin formación universitaria puede crear sus propio organismo modificado genéticamente. También puede hacer fácilmente sus propios análisis, sin tener que recurrir a un laboratorio profesional. O quién sabe que mil posibilidades más. De hecho, esto ya ocurre a lo largo y ancho del mundo, donde los laboratorios de biohacking se multiplican sin descanso. También están aumentando los proyectos abiertos de información científica donde buscar cosas tan concretas (y complicadas) como una secuenciación genómica. El biohacking, al fin y al cabo, no es sino una bandera del espíritu científico: al avance, la curiosidad y el bienestar. Una manera increíble de acercar la ciencia a la sociedad, rompiendo las barrareas. ¿Estás preparado para ser un biohacker?

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