La reducción de consumos en los modelos que veremos llegar al mercado en los próximos dos o tres años será una prioridad para los fabricantes. Ayer te hablaba del futuro, de la recuperación de energía procedente del rozamiento entre el asfalto y el neumático, pero para hoy vamos a centrarnos en el presente: en la conducción predictiva.
La sinergia entre los novedosos sistemas de navegación y el control de velocidad adaptativo va a permitir ahorrar hasta un 10% del consumo del coche cuando usemos el control de velocidad en una ruta programada por el usuario. ¿Cómo?
¿Qué le falta al control de velocidad de crucero para ser realmente eficiente? Información de la ruta.
Los mapas que usarán los navegadores GPS de los coches serán mucho más completos gracias a la inclusión de la orografía y a los informes de tráfico de la zona, de esta forma, el sistema puede analizar cómo adaptar el sistema de propulsión para, por ejemplo, adecuarse ante una pendiente, un cruce, un descenso, etcétera.
Así, el propulsor y la transmisión podrán ser mucho más eficientes en relación a la ruta gracias a la información del GPS. Es importante recalcar que esta mejora de la eficiencia solo estará disponible cuando el conductor deje el control del motor al propio coche. Un paso más para ir concienciándonos de la importancia de ir delegando en el coche algunas tareas, suavizando la llegada del coche 100% autónomo.
Adaptarse al trazado es básico para seguir reduciendo los datos de consumo de los coches antes de la llegada masiva del vehículo eléctrico. Pero lo más importante es que todos estos avances serán válidos para los coches impulsados por electricidad, mejorando también su autonomía, su punto débil.
Los primeros vehículos equipados con este tipo de tecnología llegarán a principios del año que viene y confío en que sea una innovación que veamos normal en pocos años, tal y como lo es ahora los sistemas de arranque y parada del motor.