día internacional de los trabajadores

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El calendario está salpicado de ciertas jornadas festivas sobre las que parece que lo único interesante es que la mayoría no debe ir a trabajar y, así, descansan. Pero precisamente por este descanso debería importarnos el motivo de que celebremos fechas como la del 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, y por qué diferentes manifestaciones públicas recorren las calles de muchas ciudades de todo el mundo para reivindicar mejoras laborales. Es primordial que seamos conscientes de que todos los derechos que poseemos como trabajadores, sea cual sea nuestro ámbito, no son algo con lo que hayamos contado siempre, sino que lograrlos ha sido el fruto de una lucha larga, difícil y en circunstancias violentas gran parte de las veces.

La lucha obrera

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La batalla o el afán por unas condiciones dignas de trabajo ya es un movimiento de siglos y, como no podía ser de otra manera, comenzó como una muestra del descontento de los obreros asalariados por la incertidumbre laboral, que en el siglo dieciocho se manifestó como **ludismo, es decir, la destrucción de máquinas por parte de cofradías de tejedores y artesanos ingleses, y más tarde, ya a partir del siglo diecinueve, de societarismo, con sociedades de ayuda mutua, en las que los obreros se auxiliaban unos a otros cuando carecían de ingresos por accidente, enfermedad y paro, o de resistencia, que se enfrentaban a la burguesía, dueña del capital, e ideológicamente, al propio capitalismo.

Los sindicatos, las cooperativas y los partidos de su clase** fueron y, en teoría, son distintas expresiones de esta lucha, como las cuatro versiones de la Asociación Internacional de Trabajadores, activas desde 1864, que La lucha obrera siempre ha reivindicado unas condiciones dignas de trabajobuscaban unas y buscan otras ahora la convergencia y la organización política de los trabajadores al margen de las fronteras estatales. La resistencia, las huelgas, las manifestaciones y el diálogo social típico de nuestras democracias, con la concertación y la negociación colectiva, son también métodos de la lucha obrera.

La explotación en jornadas laborales extenuantes, el entorno insalubre e inseguro en el que los trabajadores desempeñaban su oficio, los bajos salarios y la falta de ayuda económica por problemas de salud, desempleo y vejez son las lacras que pretendían erradicar los obreros organizados, como hoy la precariedad laboral. Aunque no debemos olvidar que las malas condiciones laborales de antaño en el llamado Primer Mundo aún las podemos encontrar hoy, sobre todo en los países pobres y emergentes, incluyendo la explotación infantil.

Para comprender la necesidad de esta lucha, no hay más que leer una novela tan portentosa y polémica como La jungla, de Upton Sinclair, a la que Jack London denominó “La cabaña del Tío Tom de la esclavitud asalariada”, y obviando las soflamas finales, conocer el horror en las vidas de los trabajadores de la gran industria cárnica de Chicago y, por extensión, de ciudades industrializadas semejantes, a comienzos del siglo veinte.

Los Mártires de Chicago y la Revuelta de Haymarket

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Bogdan Markiewicz - Wikipedia

En el año 1886, la conocida como Ley Ingersoll fue promulgada por el presidente estadounidense Andrew Johnson. Esta ley establecía la jornada laboral de ocho horas frente a las catorce o dieciséis que podía llegar a durar por aquel entonces. Poco después, casi una veintena de Estados aprobaron leyes propias que autorizaban las jornadas de trabajo máximas de ocho y diez horas, pero con disposiciones que permitían obligar a los trabajadores a permanecer en sus puestos entre catorce y dieciocho. La Ley Ingersoll no se cumplía, y los trabajadores se movilizaron convocando una huelga para el primero de mayo, que fue anatematizada por la prensa.

La mayoría de los obreros pertenecía a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, la organización más importante del país, que les sorprendió con el rechazo a la huelga, lo que les indignó y encendió más los ánimos. Por supuesto, la huelga tuvo lugar, y en Chicago, ciudad industrializada con una enorme comunidad obrera, se alargó a los días siguientes, con enfrentamientos entre huelguistas y esquiroles, cargas policiales y seis muertos y decenas de heridos por disparos de los agentes. El 4 de mayo, tras un acto de protesta convocado en Haymarket El 1 de mayo se recuerda a los condenados injustamente por la Revuelta de HaymarketSquare al que había asistido el Alcalde, estalló una bomba entre los policías que pretendían disolver a la multitud tras el acto por la fuerza. La explosión mató a un oficial e hirió a otros. La policía abrió fuego y acabó con la vida de más obreros, y durante los días siguientes, centenares de ellos fueron detenidos, golpeados y torturados.

El 21 de junio, un juicio sin garantía procesal alguna, con pruebas y testigos falsos, concluyó con la condena a cadena perpetua para el obrero textil Samuel Fielden y el tipógrafo Michael Schwab, a quince años de trabajos forzados para el vendedor Oscar Neebe y a la horca para los tipógrafos George Engel y Adolf Fisher, el impresor August Spies, el periodista Albert Parsons y el carpintero Louis Linng. Este último se suicidó en su celda el día anterior a la ejecución de los otros cuatro, que se produjo el 11 de noviembre de 1887.

La motivación política y la búsqueda de un escarmiento para los obreros en este juicio y sus condenas no se pone en duda en la actualidad. Pero, a finales de mayo de 1886, diversas patronales habían aceptado la jornada laboral de ocho horas para cientos de miles de obreros, y la Segunda Internacional estableció en 1889 el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en conmemoración de la aquella huelga en Chicago y de los condenados injustamente por lo ocurrido en la Revuelta de Haymarket. Por supuesto, la consideración de día festivo y no laborable en muchos países fue tardía y, paradójicamente, en Estados Unidos lo que se celebra es el Labor Day el primer lunes de septiembre, y lo que se conmemora es un desfile que la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo organizó en Chicago en 1882, imitada luego por Canadá. El presidente estadounidense Grover Cleveland lo instituyó como tal en 1894 para no alentar, supuestamente, el movimiento socialista con la celebración del 1 de mayo, cuyas circunstancias deberíamos recordar cada año por estas fechas, no sea que se nos olvide que nuestros derechos laborales existen gracias a la lucha y el sufrimiento de personas semejantes a los conocidos como Mártires de Haymarket.

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